40 días navegando hacia la conversión
26º Día: No caigamos en la tentación de participar de las obras estériles
Religiosas en trinchera para luchar contra el coronavirus
Preparación: A partir de hoy comenzamos una lectura semicontinuada del evangelista Juan, centrada en el camino de Jesus, con la creciente oposición de sus adversarios, que acabarán llevándole a la cruz. Nos colocamos en actitud de acompañar al Señor para subir a Jerusalén.
Lectura: Jesús se sitúa en Galilea, aunque Él es consciente de que un profeta no es bien recibido en su tierra. La súplica de fe que un funcionario real de Cafarnaún hace a Jesús implorándole la curación de su hijo, mortalmente enfermo, logra provocar un milagro de curación “a distancia” por el poder de Cristo que se encuentra en Caná. Para Juan se trata de un “segundo signo”, allí donde había realizado un primero en medio de unas bodas. La fe del funcionario (extranjero), la confianza en la palabra del Señor (“Anda, tu hijo está curado”) y la fe en Cristo de él y toda su familia al comprobar la veracidad del milagro son las tres claves de este pasaje. De nuevo la fe de un foráneo es más grande que la fe de los judíos.
Meditación: Jesús aparece como fuente de vida, incluso a distancia. Quien se encuentra con Cristo es capaz de renovar su corazón y sanar las partes más enfermas de su ser. Con este milagro, signo del Reino, Jesús manifiesta su poder sobre la enfermedad y la muerte. Si nos colocamos en el lugar del padre, vemos cómo la súplica humilde es reconocimiento de nuestra relación de dependencia con Dios. Pero un creyente auténtico no solo piensa en Dios cuando las cosas van mal. Nuestra relación con Él ha de fundarse en el trato cotidiano desinteresado, gratuito, filial.
Oración: Señor, también yo te suplico humildemente y te imploro ser curado. Aviva y acrecienta mi pobre fe que, a veces, es débil y frágil. Ayúdame, en este tiempo cuaresmal, a ser portador de tu gracia y transmisor de tus signos. Sostén mi esperanza para llegar a la Pascua renovado.
Contemplación: “No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”.
Acción: Seguro que tengo cerca alguna familia con al-guien en situación de enfermedad. Hoy puedo hacer pre-sente mi proximidad fraterna, mi oración, mi esperanza como signo de la preocupación de Dios por ellos.
Meditación: Jesús aparece como fuente de vida, incluso a distancia. Quien se encuentra con Cristo es capaz de renovar su corazón y sanar las partes más enfermas de su ser. Con este milagro, signo del Reino, Jesús manifiesta su poder sobre la enfermedad y la muerte. Si nos colocamos en el lugar del padre, vemos cómo la súplica humilde es reconocimiento de nuestra relación de dependencia con Dios. Pero un creyente auténtico no solo piensa en Dios cuando las cosas van mal. Nuestra relación con Él ha de fundarse en el trato cotidiano desinteresado, gratuito, filial.
Oración: Señor, también yo te suplico humildemente y te imploro ser curado. Aviva y acrecienta mi pobre fe que, a veces, es débil y frágil. Ayúdame, en este tiempo cuaresmal, a ser portador de tu gracia y transmisor de tus signos. Sostén mi esperanza para llegar a la Pascua renovado.
Contemplación: “No soy digno de que entres en mi casa, pero una palabra tuya bastará para sanarme”.
Acción: Seguro que tengo cerca alguna familia con al-guien en situación de enfermedad. Hoy puedo hacer pre-sente mi proximidad fraterna, mi oración, mi esperanza como signo de la preocupación de Dios por ellos.
"No hemos de pedir milagros a un Dios que respeta la creación y nuestra libertad"
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