Multitudinaria misa en Villa Gesell presidida por el obispo de Mar del Plata |
El Papa acompaña a los padres de Fernando Báez al cumplirse un mes de su asesinato
Marcos 8, 27-33 EVANGELIO EN AUDIO1. Este relato es central en los cuatro evangelios. Porque, con formulaciones distintas, es el momento en el que los discípulos, representados por su portavoz (Pedro), reconocen y confiesan que Jesús es el Mesías (Mt 16, 13-20; Mc 8, 27-30; Lc 9, 18-21; Jn 6, 66-69). A partir de este momento, el gran relato del Evangelio se orienta hacia el destino final de Jesús en Jerusalén: su conflicto definitivo, su fracaso y su muerte.
2. Pero el relato está redactado de manera que aquí se nos presentan dos hechos y dos momentos que son literalmente contradictorios. Porque, en primer lugar, se relata la confesión de la fe de Pedro. Y, en segundo lugar, se nos presenta a Pedro como "Satanás", como algo que Jesús no quiere ni ver. ¿Por qué esta contradicción? Porque Pedro reconoce a Jesús como Mesías. Pero no tolera que Jesús sea un Mesías que termina fracasando. Pedro, por lo visto, quería un Mesías triunfante y glorioso. Pero el proyecto de Jesús era exactamente lo contrario. Jesús sabía y aceptaba que iba a morir como un delincuente ajusticiado, o sea en el fracaso total.
3. Y en esto tenemos el dato más elocuente de este relato. En el enfrentamiento directo de Jesús con Pedro, aparece que Pedro fue quien con más fuerza manifestó su oposición al fracaso final de Jesús. Y a él fue a quien Jesús rechazó como si fuera el mismísimo Satanás. Lo cual quiere decir que las pretensiones de poder son pretensiones satánicas. Es lo que con más energía, y de forma tajante, rechaza Jesús.
Por el contrario, las pretensiones de Jesús son pretensiones de cercanía y de identificación con quienes carecen de poder. La verdadera revolución del movimiento de Jesús consiste en esto. Hasta tal punto que, solo desde esta toma de postura, decidida y decisiva en la vida, es posible entender a Jesús, asumir su Evangelio, y poder comunicarlo a otros. Querer explicar el Evangelio, y la fe en él, desde pretensiones de poder o desde posiciones de privilegio, es lo mismo que intentar hacer posible la cuadratura del círculo. Hacer eso es vivir en la contradicción.
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