9 de enero

Irak, el miedo de los cristianos aumenta

El padre Benoka, sacerdote siro-católico, cuenta cómo ha aumentado la inseguridad de los cristianos iraquíes en la Llanura de Nínive después de la incursión estadounidense que mató al general ...

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1Juan 4,11-18  Marcos 6,45-52
   1. Inmediatamente después del día de Reyes, la fiesta de la Epifanía o "manifestación" de Jesús, la liturgia de la Iglesia nos empieza a explicar cómo se manifestó. Es decir, se nos dice cómo se dio a conocer Jesús: lo que él traía y, por tanto, lo que quería. Lo primero que hace notar el evangelio de Mateo es que Jesús, para predicar el Reino, se fue a Galilea. Y se fue a sabiendas de que allí Herodes metía en la cárcel al que le molestaba, como ya lo había hecho con Juan Bautista. Mateo 4,12-17.23-25
   En Galilea aparecían con frecuencia individuos y grupos contestatarios, que cuestionaban la religión oficial y el dominio despótico del poder político. Por eso, como galileo, Jesús se expuso a ser visto como un peligroso "extranjero". O sea, lo primero que tuvo que hacer Jesús fue superar el miedo y empezar a actuar en y desde la libertad. 
   Mateo presenta enseguida un sumario de la actividad de Jesús. Es uno más de los varios sumarios que presenta este evangelio (Mt 8, 1. 16; 9, 35;12, 15 s; 14, 35; 19, 2). Estos sumarios presentan un "cuadro general" de lo que fue la vida de Jesús. Una vida dedicada por entero a anunciar el Reino. Cosa que Jesús hacía, no con sermones o lecciones bíblicas, sino "curando enfermedades y dolencias del pueblo" (Mt 4, 23). En la mentalidad de Jesús, el Reino de Dios —o sea, a Dios— se le enseña dando vida y aliviando el sufrimiento de la gente. 
   Para Jesús, lo primero no era organizar actos religiosos o retiros espirituales. Eso es importante, pero antes que la preocupación religiosa o espiritual está la preocupación por la vida y por el sufrimiento humano. 
   Como la vida y el sufrimiento es lo que más interesa a todo el mundo, a Jesús acudía todo el mundo, sin distinción de nacionalidad, de creencias religiosas o de lenguajes y culturas. Jesús trasciende todo eso. Va al fondo de lo que es vital para las personas. De ahí que la actividad de Jesús tuvo una repercusión internacional. Como ahora ocurre con el actual obispo de Roma, el papa Francisco. El mundo entero se ha sentido tocado, conmocionado por la humanidad de este Papa. 

   2. Mateo nos enseñaba,  que la primera preocupación de Jesús fue (y es) la salud de las personas. Hoy Marcos nos enseña que la otra gran preocupación de Jesús es la alimentación de los que pasan necesidad. Por eso los dos temas, que más se repiten en los evangelios son las curaciones de enfermos y las comidas con toda clase de personas. Marcos 6,34-44
   Estar sanos y comer: las dos necesidades en las que todos coincidimos. Las preocupaciones fundamentales de Jesús no fueron preocupaciones relacionadas con la religión, sino con la condición humana. Jesús fue profundamente religioso. Pero su religiosidad la vivió él (y nosotros la debemos vivir) en el empeño por humanizar este mundo. 
   Ante el problema del hambre en el mundo, los discípulos no tienen más solución que despedir a la gente para que sean ellos los que se busquen la vida, echando mano del sistema de siempre: el comercio, sea justo o injusto. Pero ya está sobradamente demostrado que el comercio capitalista no resuelve el problema del hambre, sino que lo aumenta, lo agudiza, lo hace insoportable. Hoy hay en el mundo en torno a mil millones de seres humanos que se mueren de hambre. Mil millones que tienen los días contados. Porque están condenados a una muerte temprana e injusta. 
   La solución que propone Jesús a este drama espantoso y canalla es: compartir con los demás lo que cada uno tiene. Esto ahora se ve como ingenuidad, como utopía, como escándalo, pero se pueden ir dando pasos decisivos para salir de este estado de cosas. Lo más importante y urgente es que todos cambiemos de mentalidad y dejemos de ver el capitalismo como un sistema bueno, necesario o inevitable. El capitalismo es el sistema de los ricos, que no llegan al cinco por ciento de la población mundial.
   El día que modifiquemos nuestra mentalidad en asuntos de dinero y capital, ese día nos partiremos la cara (si es preciso) para que se acabe el derecho de veto de los países más poderosos en la ONU; y se acabarán los paraísos fiscales; y se subirán los impuestos a los más ricos. Y así, la vida de todos se dignificará y el mundo será más humano. 



   3. En cuanto la gente estuvo satisfecha, Jesús hizo tres cosas: 
       1)"Obligó"(es literalmente lo que dice el texto original: anágkosen) a los discípulos a irse de allí;   
       2) Despidió a la gente; 

       3) Se fue solo al monte a orar. 
   Si Jesús tuvo que "obligar" a los discípulos, es que se resistían a irse. ¿Por qué? Porque la gente, entusiasmada, quería que Jesús fuera su rey (Jn 6, 15). Y los discípulos, si tuvieron que ser "obligados" a irse, es que tenían apetencias de poder. Y es evidente que, desde los deseos de poder, no se entiende ni interesa lo que la pobre gente necesita.  
   Ante la tentación del poder, que siempre nos engaña haciéndonos pensar que es el medio más eficaz para hacer el bien, Jesús se va solo, a orar al monte. La espiritualidad, la oración, es auténtica cuando nos despoja de las apetencias tentadoras y engañosas del poder, disfrazado de servicio al pueblo, a la Iglesia, a Dios. 
   El que busca poder, lo que hace es someter a todo el que está a su alcance. Y así, lo que se consigue es tener gente sumisa y muerta de hambre. 
    Los discípulos, solos en la oscuridad de la noche, tienen el viento en contra. No van a ninguna parte. Es la situación de quienes, por más éxitos que tengan, alimentan ganas de ser importantes y mandar. En tal situación, no es posible reconocer a Jesús, y no se ven nada más que fantasmas. Un fantasma que da miedo. 
   Exactamente lo que nos ocurre a nosotros ahora: todo lo que no sea capitalismo, es ruina, violencia, guerra... Porque no comprendemos lo que hace Jesús, como aquellos discípulos no se enteraron de lo de los panes, siendo una cosa tan clara.  

De la mano de Dios recupera su libertad y a su hijo

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