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La historia de los 70 muchachos judíos salvados por los Salesianos
A la sombra del odio nazi, luces de humanidad y de fe
Santoral: Santo Tomás de Aquino
Quizá alguna vez hemos tenido la experiencia de sentirnos protegidos por nuestros parientes, especialmente por nuestras madres. Generalmente, cuando uno está pasando por alguna dificultad, los familiares tienden a defenderlo y rodearlo. Es un impulso natural que procede del afecto. Jesús, María y sus parientes no escapan a esa realidad humana. Jesús ha sido señalado por sus adversarios de estar endemoniado o enloquecido. Ellos no pueden soportar la fuerza de su palabra y la efectividad de sus acciones. Se estaba convirtiendo en un problema para su rango social. Por eso la familia va a buscarlo. Ellos están fuera. Por eso llama la atención la respuesta de Jesús mirando a los de dentro: mi madre, mis hermanos y mis hermanas son los que hacen la voluntad de Dios.
Es la novedad del Reino que implica una nueva solidaridad, no de sangre sino de compromiso con el sueño de Dios: una humanidad liberada y dignificada.
Nosotros también estamos convocados a participar en ese proyecto de humanidad nueva, miembros de una gran familia: la del Reino.
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