• La fiesta de los fieles difuntos es continuación y
complemento de la de ayer. Junto a todos los santos ya gloriosos, queremos
celebrar la memoria de nuestros difuntos. Muchos de ellos formarán parte,
sin duda, de ese «inmenso gentío» que celebrábamos ayer. Pero hoy no
queremos rememorar su memoria en cuanto «santos» sino en cuanto difuntos, en
cuanto hermanos nuestros sencillos, corrientes y molientes, como nosotros
mismos quizá.
Es un día para hacer presente ante el Señor y ante
nuestro corazón la memoria de todos nuestros familiares y amigos o conocidos
difuntos, que quizá durante la vida diaria no podemos estar recordando. El
verso del poeta «¡Qué solos se quedan los muertos!», expresa una simple
limitación humana: no podemos vivir centrados exhaustivamente en el
recuerdo, por más que seamos fieles a la memoria de nuestros seres queridos.
Acabamos olvidando de alguna manera a nuestros difuntos, al menos en el
curso de la vida ordinaria, tal vez como una necesidad psicológica para
poder sobrevivir sanamente.
Por eso, este día es una ocasión propicia para
cumplir con el deber de nuestro recuerdo agradecido. Es una obra de
«solidaridad» al fin y al cabo el orar por los difuntos, para sentirnos en
comunión con ellos, más allá de los límites del espacio, del tiempo y de la
carne.
• En algunos lugares, la celebración de este día
puede ser buena ocasión para hacer una catequesis sobre el sentido de la
«oración de petición respecto a los difuntos», para la que sugerimos
esquemáticamente unos puntos:
-el juicio de Dios sobre cada uno de nosotros es
sobre la base de la responsabilidad personal de cada uno, con total
imparcialidad, no en base a otras influencias (como si la eficacia de la
oración de intercesión por los difuntos pudiera actuar ante Dios como
"argolla, enchufe, recomendación, padrino, coima...");
-Dios no necesita de nuestra oración para ser
misericordioso con nuestros hermanos difuntos...; nuestra oración no añade
nada al amor infinito de Dios; en realidad es innecesaria...;
-no rezamos para «cambiar a Dios», sino para
cambiarnos a nosotros mismos...;
-la «vida eterna» no es una prolongación de nuestra
vida en este mundo; vida eterna, como todo el lenguaje religioso, es
una metáfora, que tiene contenido real, pero no un contenido
“literal-descriptivo”.
El evangelio de hoy es dramatizado en el capítulo 122
de la serie «Un tal Jesús», de los hermanos LÓPEZ VIGIL, titulado «Hasta la
muerte de Cruz». El audio, el guión y su comentario bíblico-teológico pueden
ser tomados de aquí:
https://radialistas.net/122-hasta-la-muerte-de-cruz/
Preparamos la celebración del 31º DOMINGO DURANTE EL AÑO
El encuentro de Jesús con Zaqueo supone un cambio de vida. Descubrir su identidad le llena de entusiasmo renovado.
Preparamos la celebración del 31º DOMINGO DURANTE EL AÑO
El encuentro de Jesús con Zaqueo supone un cambio de vida. Descubrir su identidad le llena de entusiasmo renovado.
Lecturas y catequesis en audio (Justino)
José
Luis Sicre: El extraño caso del
explotador que se convierte. La diferencia entre Jesús y sus partidarios radica
en la forma de considerar al jefe de publicanos. Mientras Jesús lo considera
una persona y lo llama por su nombre («Zaqueo, baja…»), sus partidarios
lo desprecian («un pecador»).
Fray Marcos: Salvarse es compartir. Cuando pones a disposición de los demás
todo lo que tienes (no la mitad) y todo lo que eres, manifiestas tu plenitud.
José
Antonio Pagola: Para Jesús no hay casos perdidos.
Quien vive esclavo del dinero termina
encerrado en sí mismo. Los demás no cuentan. Según Jesús, «donde esté vuestro
tesoro, allí estará vuestro corazón».
Florentino
Ulibarri: Levantó los ojos… Te sientes renovado, con la vida y el destino en
tus manos, y Él levanta los ojos al Padre, sonríe, le da gracias… y continúa
por otras calles y plazas en busca de más hermanos y hermanas.
Vicky
Irigaray: Queremos que te hospedes en nuestra casa. Jesús es un compañero
dinámico, crítico y creativo. La oración nos revoluciona por dentro y el cara a
cara con Dios nos cambia.
Anáfora:
Compromiso social. Eres Dios de vida y nos quieres compartiendo vida,
alegrándoles la vida a los demás, atendiendo a los más necesitados,
resolviéndoles sus muchos problemas.
Salomé
Arricibita: No sirven de nada. Sigo buscando la fuente y el motor de la vida, cada
día... Y como Zaqueo, me encaramo siempre que puedo para ver, para buscar.
Porque por mucho que haga o diga, sin Amor... no me sirve de nada. Es la mirada
de Jesús, la que con su Amor, me llena, me cambia y me salva... ojalá ese Amor,
sea el que conduce mis actos.
Gritos de paz y justicia en algunos países de América Latina. Parte 1
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