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Mensaje Final de la REPAM sobre el Sínodo Amazónico
#SinodoAmazonico. Briefing: “El papel de las madres sinodales”
LECTURAS Y CATEQUESIS EN AUDIO (Justino)Comentarios y oraciones
Recreación del Evangelio del Domingo en formato de radioteatro para ayudarnos a rezar.
Las prostitutas, los publicanos, los samaritanos, los niños… desde luego, los modelos que nos pone Jesús no son los que aparecen en las revistas de papel cuché. ¿Hasta qué punto nos zarandean hoy en día esos ejemplos, como antes lo hicieron con la gente «de orden» que escuchaba a Jesús? ¿A quiénes nos pondría hoy Jesús de ejemplo a seguir para que nos convenciésemos de una vez de que lo que importa no son las formas externas —por más bendecidas que estén— sino lo que se cocina en el fondo de nuestro corazón?
Una larga tradición de la doctrina sobre el pecado ha insistido en los actos puntuales (más veniales o más mortales), en la confesión detallada, oral, semanal; en el «tira y afloja» con Dios sobre nuestra conciencia… Pero según Jesús, las cosas son más profundas que todo eso.
¿Pero en qué se traduce ese corazón de fondo? En las opciones fundamentales de nuestra vida. Y, para un cristiano, solo hay dos opciones decisivas: vivir en abundancia (de ahí una voluntad permanente de perfección integral) y contribuir a que haya vida en abundancia alrededor.
Con la curiosa observación de que, en gran parte, ambas opciones convergen: nos perfeccionamos y vivimos a tope cuando vivimos para los demás. Lo que nos hace más «nosotros» son los otros.
El fariseo se preocupaba por su perfección… pero le faltaba humildad para reconocer que esta no dependía solo de él.
Temas relacionados para la semana:
1. Nuestro orgullo. ¿De qué nos enorgullecemos? ¿En qué nos creemos mejores que los demás? Pensémoslo objetivamente. Es probable que en algunas cosas seamos mejores que otros. Y debemos dar gracias por ello… y ponerlo al servicio de los demás.
2. Buena gente. ¿Qué idea tenemos nosotros de una persona «buena»?
3. Fariseos. ¿Qué idea tenemos nosotros de un «fariseo»?
4. Golpes de pecho. Una parábola ideal para reconocer (sin desánimo, pero con verdad) nuestra parte oscura: la obsesión por lo mío, mi piedad postiza y acomodada, mi excesivo protagonismo (el publicano «se quedó atrás»), mi intransigencia con los defectos de los demás, las pocas veces en que me siento perdonado… Y para darnos golpes de pecho.
5. Estado de perfección. Si usted ha optado por el «estado de perfección», mucho ojito. Vistos desde fuera, la mayoría de los conventos son muy poco perfectos. Si usted pertenece al clero, no haga ostentación de su cargo ni se dé ínfulas, porque no volverá a casa justificado.
6. En común. Tal vez si fariseo y publicano, en vez de orar cada uno por su cuenta, hubieran rezado juntos, habrían sacado mayor provecho. No le hagamos ascos a rezar o a compartir con los diferentes; no solo nos van a «justificar» los que piensan como nosotros o aquellos que siempre nos van a dar la razón.
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