LECTURAS Y COMENTARIO EN AUDIO (Justino)
LECTURAS, comentario y oraciones
LECTURAS, comentario y oraciones
Muchos «perdidos» (drogatas, mendigos, violentos) echan para atrás. ¿Es
mejor entonces quedarse en casa, con los de siempre, con la gente de
orden y los que no nos dan problemas? No. El padre del hijo pródigo no
pensaría así. Ni el pastor que ha perdido una oveja, ni la mujer que
echa de menos una moneda. Hay que salir, ir a buscar; aunque la «perdición» nos repugne.
Pero si salimos no es, desde luego, para hacer prosélitos; ni para apuntarnos tantos (no se puede ir de «convertidor de convertidos» por la vida). Salimos porque creemos que lo bueno es «difusivo de por sí», y porque la condición para que podamos disfrutar en nuestro hogar con Cristo, es que lo compartamos; nuestra felicidad es contagiosa.Que «convertir» no es fácil, lo sabemos; que es más difícil aún que los «conversos» perseveren, también. Pero el argumento es siempre el mismo: nos importa la felicidad de los otros y no podemos tolerar que haya muerte a nuestro alrededor. Por eso los seguimos buscando.
Pero si salimos no es, desde luego, para hacer prosélitos; ni para apuntarnos tantos (no se puede ir de «convertidor de convertidos» por la vida). Salimos porque creemos que lo bueno es «difusivo de por sí», y porque la condición para que podamos disfrutar en nuestro hogar con Cristo, es que lo compartamos; nuestra felicidad es contagiosa.Que «convertir» no es fácil, lo sabemos; que es más difícil aún que los «conversos» perseveren, también. Pero el argumento es siempre el mismo: nos importa la felicidad de los otros y no podemos tolerar que haya muerte a nuestro alrededor. Por eso los seguimos buscando.
Y no olvidemos nunca que nosotros, pródigos, perdidos, también somos acogidos y perdonados cada día…
Temas relacionados para la semana:
1. Obsesión pecaminosa.
No nos obsesiona que la gente peque; nos obsesiona que no sean felices.
Basta de esa quisquillosidad eclesial centrada en el pecado más que en
la redención.
2. Convertirse ¿en qué?
¿Qué podemos ofrecer a quienes acepten regresar a la casa de nuestro
Padre? ¿Leyes? ¿Doctrinas? ¿Disciplina? ¿Amargura? ¡Y entonces para qué
habrían de volver!
3. La mano ancha de Jesús.
Su ejemplo de permisividad con los pecadores (que hacía murmurar a los
fariseos). Su despreocupación por las normas y su preocupación por la
gente.
4. ¿Por qué pecamos?
¿Nos hemos preguntado por qué peca la gente, por qué elige lo que elige
y se pierde? Es bueno que conozcamos a fondo las causas...
5. Hablar en parábolas.
La fuerza de las historietas que contaba Jesús (las monedas, las
ovejas, los hijos, el árbol, la red, la levadura, los ladrones…), frente
al lenguaje eclesial tan abstracto... Por una urgentísima renovación del lenguaje eclesiástico, a ejemplo de nuestro papa Francisco...
6. Pecadores ejemplares. Repaso, como parte de la historia de la Iglesia, de los pecadores «ilustres» que nos conmueven con su conversión.
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