Fuegos que debemos encender dentro de nosotros: el desequilibrio dinámico que nos impulsa a no dormirnos; el desarrollo de nuestras capacidades; el fuego del amor concreto, que se traduce en obras; el conocimiento más profundo de Jesús, que nos impulse a vivir como él; el fuego por la vida...
Fuegos que hay que encender fuera de nosotros: el de la cruzada contra el hambre, la injusticia y el desamor en el mundo; el fuego purificador de la corrupción o la hipocresía; un fuego que caliente a los abandonados; el fuego que queme la indiferencia ...
Fuegos que hay que apagar: la soberbia de quienes se creen importantes e imprescindibles, y con más derechos que los demás; el ardor de las drogas (alcohol, cocaína y otras), que arrastra a la gente hacia la autodestrucción; el fuego que quema la selva de la Amazonia; todos los fuegos fatuos que encendemos para ocultar nuestra podredumbre.
(Agregá aquí los fuegos que tenés que apagar y los que tenés que encender en vos mismo).
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1. Por una comunidad cristiana «ardorosa». Que transparente fervor, no apatía. Que demuestre el calor del cariño entre sus miembros. Una comunidad cristiana no tiene por qué ser menos cariñosa que cualquier otra comunidad. Que extienda fuego sobre la tierra helada.
3. Peligros de ser incendiarios. Confundir el enojo personal con incendios purificadores.
4. Peligros de ser bomberos. Apagar fuegos que deberían seguir ardiendo. Utilizar nafta para hacerlo, por pura imprevisión, por mal planteamiento o por mala idea.
5. Hogueras eclesiales. Desde la Inquisición a otras medidas represoras, antes y ahora.
6. ¿Tenés vos fuego (todavía)? Cuando pasa el tiempo, cuando envejecés, cuando acumulás «experiencias» y frustraciones…
- Para que la Iglesia de Jesús sea siempre la continuadora de aquel predicador que "vino a traer fuego a la tierra", roguemos al Señor.
- Para que predique la Buena Noticia a los pobres sin temor al conflicto...
- Para que "fijos los ojos en Jesús" mantenga siempre en alto su utopía evangélica precisamente con más fuerza en estos tiempos de desánimo y de desaparición de las utopías...
Oración comunitaria
Dios Padre Nuestro, que en la muerte de Jesús nos has mostrado el destino conflictivo que el amor tiene en este mundo de pecado, y en su resurrección nos has evidenciado de qué parte te sitúas tú en el conflicto; animados por esta tu toma de posición, te rogamos nos concedas no avergonzarnos jamás de Jesús, y ponernos también nosotros como él, de tu parte: del lado de los pequeños y de todos los injusticiados de la historia, con la esperanza inclaudicable de que triunfará siempre la resurrección. Por J.N.S.
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