Pentecostés

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Fría mañana del sábado 8 pero llena del calor del Espíritu
LECTURAS Y COMENTARIO EN AUDIO (Justino)
El mismo espíritu que animó a Jesús: Por una vida diaria «con espíritu»
Durante todo el tiempo pascual hemos recibido consejos para vivir a tope nuestra vida cristiana de resucitados (comida sana, ejercicio, médico, psicólogo, actividad laboral). Ahora cerramos esta etapa del año, resumiendo cómo vivir cada día concreto con el mismo espíritu de Jesús (DOMINGO: «Reciban el Espíritu Santo»).
Comenzaremos cada día saliendo del sueño y situándonos en presencia de Dios (LUNES: «Jesús lo levantó tomándolo de la mano»); adoptaremos inmediatamente la actitud de servicio (MARTES: «Quien quiera ser el primero...»); seremos conscientes de todo el bien que nos rodea (MIÉRCOLES: «El que no está contra nosotros, está a favor nuestro»); y practicaremos durante todo el día la vida evangélica (JUEVES: «Los acogía, les hablaba del Reino y los sanaba»), motivados por el propio Evangelio, en cada caso particular que se nos presente (VIERNES: «¿Le es lícito al hombre repudiar a su mujer?»).
Y así a diario, con la ilusión renovada de un niño (SÁBADO: «Quien no reciba el Reino de Dios como un niño, no entrará en él»).
¿Por qué no prestamos especial atención esta semana a rastrear cuánto de cristiano haya en nuestro día a día y en nuestro hora a hora?

El Papa: Pentecostés, ver y escuchar el grito de la ciudad, su esclavitud terminó

Nuestra VIGILIA DE PENTECOSTÉS
1. Todos unidos formando un solo cuerpo, un cuerpo que en la Pascua nació;
miembros de Cristo en sangre redimidos, Iglesia Peregrina de Dios.
Vive en nosotros la fuerza del Espíritu, que el Hijo desde el Padre envió.
Él nos conduce, nos guía y alimenta, Iglesia Peregrina de Dios.
Somos en la tierra semilla de otro reino, somos testimonio de amor.
Paz para las guerras y luz entre las sombras, Iglesia peregrina de Dios.
Rugen tormentas, y a veces nuestra barca, parece que ha perdido el timón.
Miras con miedo, no tienes confianza, Iglesia Peregrina de Dios.
Una esperanza nos llena de alegría, presencia que el Señor prometió.
Vamos cantando, Él viene con nosotros, Iglesia Peregrina de Dios.
Todos nacidos en un solo bautismo, unidos en la misma comunión.
Todos viviendo en una misma casa, Iglesia Peregrina de Dios.
Todos prendidos en una misma suerte, ligados a la misma salvación,
Somos un cuerpo, y Cristo es la cabeza, Iglesia Peregrina de Dios.
Cristo Resucitado nos da el Espíritu Santo.
+ Evangelio de nuestro Señor Jesucristo según san Juan
   
Durante la Última Cena, Jesús dijo a sus discípulos: Si ustedes me aman, cumplirán mis mandamientos. Y yo rogaré al Padre, y él les dará otro Paráclito para que esté siempre con ustedes. El que me ama será fiel a mi palabra, y mi Padre lo amará; iremos a él y habitaremos en él.    
   Yo les digo estas cosas mientras permanezco con ustedes. Pero el Paráclito, el Espíritu Santo, que el Padre enviará en mi Nombre, les enseñará todo y les recordará lo que les he dicho.
Jesús da su Espíritu Santo a los que se lo pidan.

2. Envía tu Espíritu Señor
y renovarás la tierra (Sal 103)
Es el mismo Espíritu de Dios que animaba a los primeros cristianos: Lectura de los Hechos de los apóstoles    ( 2, 1-11)
    Al llegar el día de Pentecostés, estaban todos reunidos en el mismo lugar. De pronto, vino del cielo un ruido, semejante a una fuerte ráfaga de
viento, que resonó en toda la casa donde se encontraban. Entonces vieron aparecer unas lenguas como de fuego, que descendieron por separado sobre cada uno de ellos. Todos quedaron llenos del Espíritu Santo, y comenzaron a hablar en distintas lenguas, según el Espíritu les permitía expresarse.
    Había en Jerusalén judíos piadosos, venidos de todas las naciones del mundo. Al oírse este ruido, se congregó la multitud y se llenó de asombro, porque cada uno los oía hablar en su propia lengua.
Con gran admiración y estupor decían:     «¿Acaso estos hombres que hablan no son todos galileos?
¿Cómo es que cada uno de nosotros los oye en su propia lengua? todos los oímos proclamar en nuestras lenguas las maravillas de Dios.»
El Espíritu Santo cambió radicalmente a los apóstoles, desanimados por la muerte de Jesús, y alentados cada vez más por su Resurrección.Reciben, bajo la imagen de un VIENTO (SOPLO) FUERTE, al Espíritu de Vida, el que ya estaba presente en los albores de la creación: El Espíritu de Dios aleteaba sobre la superficie de las aguas” (Génesis 1,2). Y al formar al primer hombre Dios “sopló en sus narices aliento de vida, y lo hizo un ser viviente”, (Génesis 2,7).
Ahora se habla de un viento (soplo) fuerte: El Espíritu de Jesús da la Vida en abundancia, da fuerza y coraje. Infunde Vida nueva: El que está en Cristo, es una criatura nueva. Lo viejo ha pasado; existe algo nuevo” (2 Cor. 5,17). 
 ¿Creemos de verdad en el Espíritu de Jesús, que debe “renovar la faz de la tierra”?. ¿O en la práctica, confiamos más en el mundo viejo, acostumbrado y acomodado en el “Eso será siempre así”?
          También nosotros, reunidos aquí en oración como aquellos primeros apóstoles… invcamos el don del Espíritu…

3. Hoy tu Espíritu Señor, nos congrega en la unidad, nos da fuerzas para andar renovados en tu amor.
Santo Espíritu de Dios, de la paz y de la luz, que nos das a conocer el misterio de Jesús, ¡Ven al fin
a saciar nuestra sed de paz!
Este mundo en su dolor clama ardiendo de ansiedad que tu Espíritu de amor lo conduzca a la verdad,
¡Ven al fin a reinar, cambia al mundo ya! Ni la carga de la Cruz nuestras fuerzas rendirá, la alegría que Tú das, nadie nos la ha de quitar, ¡Ven al fin a cantar en mi voz: Amen!
       Moisés descubrió en la zarza ardiente la presencia de Dios (Exodo 3). El FUEGO significa que ahora Dios está con nosotros por medio de su Espíritu, quien purifica nuestro interior como el fuego el oro en el crisol. El Espíritu Santo es luz
que nos ilumina interiormente. Jesús nos prometió que
su Espíritu nos introducirá en toda la verdad. El es el Espíritu de la Verdad. (Juan 14,17; 16; 15,26.).
     Nos permite ver con claridad dónde está la verdad y dónde está la mentira. Necesitamos urgentemente esta ayuda, ya que vivimos en un mundo en que se miente tanto.
                   ¿Qué nos dicen las palabras de Jesús: “Ustedes son la luz del mundo”?
Lectura de la primera carta del apóstol san Pablo a los cristianos de Corinto     12, 3b-7. 12-13 Hermanos:     Nadie puede decir: «Jesús es el Señor», si no está impulsado por el Espíritu Santo.     Ciertamente, hay diversidad de dones, pero todos proceden del mismo Espíritu.
Hay diversidad de ministerios, pero un solo Señor. Hay diversidad de actividades, pero es el mismo Dios el que realiza todo en todos. En cada uno, el Espíritu se manifiesta para el bien común.     Así como el cuerpo tiene muchos miembros, y sin embargo, es uno, y estos miembros, a pesar de ser muchos, no forman sino un solo cuerpo, así también sucede con Cristo. Porque todos hemos sido bautizados en un solo Espíritu para formar un solo Cuerpo -judíos y griegos, esclavos y hombres libres- y todos hemos bebido de un mismo Espíritu.
4. Si el Espíritu de Dios se mueve en mi yo creo, Señor, en Tí (bis)
Yo creo, yo creo, yo creo Señor, en Tí (bis) Yo espero...Yo amo… Que más puedo yo pedir...
Debemos ser constructores de la Civilización del Amor.
El FRUTO del Espíritu es: amor, alegría y paz, generosidad, bondad, comprensión de los demás, confianza, mansedumbre y dominio de si mismo.” (Gálatas 5,22.23).
¿Hasta qué punto se pueden constatar estos frutos del Espíritu Santo en nuestro grupo?
¿Qué debemos hacer para dar mejores frutos “espirituales”?
5. Señor Dios, de quien procede todo don y toda gracia, quiero agradecerte especialmente por los dones del Espíritu Santo que me obsequiaste sin yo merecerlos. Gracias por el don de sabiduría, que me permitió comprender tu amor y me impulsó a buscarte a lo largo de mi vida.
Gracias por el don de inteligencia que abrió mi mente para aceptar las verdades de la fe.
Gracias por el don de consejo que me iluminó para descubrir tu voluntad y la forma de servir mejor a los demás.
Gracias por el don de fortaleza, con el cual me alentaste y ayudaste a superar las adversidades de la vida.
Gracias por el don de la ciencia, por el que pude descubrir el verdadero valor de las cosas creadas y liberarme de sus ataduras.
Gracias por el don de piedad, que me llevó a sentirte y amarte como Padre bueno.
Gracias por el don de temor de Dios, que me hizo huir tantas veces de las ocasiones de pecar y evitó que cayera en incontables tentaciones.
     Ya que tú me cuidaste amorosamente a lo largo de mi vida, en este atardecer concédeme ofrecer al mundo los frutos del Espíritu que me enviaste: amor, alegría y paz, generosidad, bondad,
comprensión de los demás, confianza, mansedumbre y dominio de mi mismo. Amen.
La imagen de las LENGUAS nos hace pensar en el episodio bíblico de la torre de Babel (Génesis 11).
Los que “formaban un mismo pueblo y hablaban una misma lengua” perdieron la unidad por el orgullo de querer construir un mundo sin Dios. “Se confundió su lenguaje” y “se dispersaron sobre la superficie de la tierra”.
Ahora el Espíritu vuelve a reunir a los hombres dispersos entre todas las naciones, en una sola Familia de Dios: la Iglesia. Y les enseña
a hablar un lenguaje común que todos entienden y a todos une: el amor servicial, el amor cristiano.
Vivir unidos es amarnos unos a otros conviviendo fraternalmente.
Es orar juntos, ser solidarios, ser comprensivos con las debilidades
de los demás. Es estar dispuestos a compartir penas y alegrías.
El Espíritu Santo quiere reunirnos en una comunidad fraternal y solidaria.
Si nos dejamos guiar por el Espíritu El nos capacita para construir una nueva civilización inspirada en los valores del Evangelio.
Esta es precisamente la tarea que tenemos los cristianos por delante.

Vivamos este Pentecostés con la plenitud con que lo vivieron los apóstoles, dejando que la paz del soplo (ruáj) de Dios se enseñoree en nuestros corazones.

El Señor eligió a sus discípulos los mandó de dos en dos.
Es hermoso ver bajar de la montaña los pies del Mensajero de la paz (2)
Los mandó a las ciudades y lugares donde iba a ir El.
“La cosecha es abundante” les dijo el Señor al partir.
Pídanle al dueño del campo que envié más obreros a la mies.
Al entrar en una casa saluden anunciando la paz.
El Reino de Dios está cerca, a todos lo anunciarán.

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