7° semana de PASCUA - jueves

«Ser uno», ser un equipo, «para que el mundo crea». Resulta muy difícil (y muy arrogante) para uno mismo pretender trabajar por sí solo, automotivarse, y ser al mismo tiempo patrono, obrero, controlador y crítico. Para el trabajo de testigos es imprescindible el equipo, la comunidad; pero una comunidad cuyo «Manual de instrucciones» tome la forma del Evangelio puro y duro, no grandes parroquias o diócesis. En la actualidad, hasta las grandes corporaciones trabajan por equipos.
Jn 17 20-26 EVANGELIO EN AUDIO
 Jesús prosigue su “oración liberadora” al Padre. Insiste en el tema que atraviesa todo su proyecto: la unidad. Desde esta clave de lectura, dos aspectos son determinantes: (1) la unidad en la diversidad de todos los creyentes; 2) y la dificultad de constituir una comunidad discipular una y diversa. Jesús reitera su petición al Padre por la unidad en la comunidad, que ha de estar fundamentada en la comunión, porque es el criterio para hacer creíble su mensaje en el tiempo y en mundo. 

Dicho de manera taxativa: ahí donde los hombres y las mujeres se unen por propósitos de “bien común”, sostenibilidad y solidaridad; superan todas sus divisiones y dificultades. 

Dios no solo hace su morada, sino que permanece. Porque el problema religioso y ético de la unidad, es también un problema integral. No se trata de convivencia, sino de la fuerza que nos une a quienes somos distintos, respetamos y promocionamos la diferencia y vivimos en la diversidad. ¿Contribuimos en la lucha por lo “que nos es en común” como iglesia, sociedad y planeta?




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