7ª semana de PASCUA - Ascensión del Señor

Pasó el momento del Jesús histórico y comenzó el nuestro. Jesús nos deja el Evangelio y su compañía, sentida aunque ausente. Y ahora a trabajar, arropados por una comunidad que nos anima: una manera diferente de vivir, de pensar, de hablar, de sentir. Fichando cada jornada, despiertos apenas, planificando bien nuestras acciones del día con objetivos, con controles de  calidad, con cursos de aggiornamento. Un trabajo que nos absorbe y nos llena de satisfacción.
LECTURAS Y COMENTARIO (Justino)

El Papa en Rumania: sin Dios y sin amor, ningún hombre puede vivir en la tierra

Rumania: visita del Papa a la Catedral de Iaşi 

Papa en Santuario Mariano: “Transformar el rencor en oportunidad de comunión

 Semana de la Ascensión (1º al 8 de junio)

Consejos para tener una buena vida resucitada (5): Un trabajo estable
    Comer bien, hacer ejercicio, visitar al médico y al psicólogo... pero una vida (resucitada) realizada necesita, bien lo sabemos hoy en día, de un trabajo estable que nos proporcione seguridad y autoestima.
El trabajo del cristiano es, naturalmente, «ser testigo» (DOMINGO: «Ustedes son mis testigos»), incluso en circunstancias difíciles (LUNES: «En el mundo tendrán luchas»), pero estando siempre muy valorados y motivados en nuestra situación laboral (MARTES: «No los llamo siervos, sino amigos»).
Nuestra ocupación específica consiste en hacer el mismo trabajo que Jesús llevó a cabo en su vida (MIÉRCOLES: «Como tú me enviaste, así yo los envío»), trabajando en equipo (JUEVES: «Que todos sean uno»), un equipo donde quien manda más es quien más ama (VIERNES: «¿Me amas tú más que estos?»), y que seguirá vivo y trabajando («hasta que él venga»: SÁBADO).
¿Nos apuntamos a la Oficina de Empleo de Jesús (un trabajo duro, pero que aporta muchas satisfacciones)?    Esta semana servirá para revisar cómo estamos desempeñando nuestro trabajo de testigos: ¿está contento nuestro jefe? ¿Y los compañeros? ¿Merecemos un ascenso?
Para la revisión de vida
     ¿Estoy asumiendo la misión propia de mi identidad como bautizado/a en Cristo Jesús? ¿En qué doy verdadero «testimonio» de Jesús y de su Causa, y en qué no lo doy aún?
    ¿Qué me falta para madurar más en la fe? ¿Conozco suficientemente el Proyecto de Jesús? ¿Busco vivir por su Causa con la fuerza de su Espíritu y su experiencia de Dios Padre-Madre?
    ¿Qué señales doy de interés por los demás y por su liberación de esclavitudes o angustias, de sufrimientos, marginación, opresión o depresión?

Para la oración de los fieles
- Por las Iglesias, por el Papa, obispos, presbíteros, religiosas y religiosos y laicos y laicas, para que todos los bautizados en Jesucristo seamos fieles testigos suyos y de su Causa del Reino con la fuerza de su Espíritu: Oremos
- Por todos los miembros de las comunidades cristianas, para que busquemos la madurez en la fe y en la gracia, a la medida de Jesús crucificado y resucitado, constituido Cabeza de la Iglesia: Oremos
- Por los que viven y anuncian el Evangelio del Reino en las fronteras del dolor de los pueblos y de los sectores humanos más sufridos y excluidos de la vida, para que les apliquen el poder de Cristo, Mesías sufriente y resucitado, en signos de liberación e inclusión en la vida digna, justa y solidaria propia del Reino de Dios: Oremos
- Por los más sufridos, olvidados y excluidos en nuestro país y en todo el mundo, para que la fuerza del amor del Espíritu de Jesús nos lleve a vivir una solidaridad que les abra caminos de esperanza real: Oremos
- Por nuestro pueblo, para que todo él supere las injustas desigualdades y los odios, y crezcamos en paz verdadera, en puestos de trabajo y en vida justa y solidaria según el Proyecto del Dios de Jesús: Oremos
- Por todas las personas que participamos en esta celebración, para que la ascensión del Señor sea nuestra victoria y todos vivamos la experiencia del poder transformante de Cristo resucitado: Oremos
       Dios Padre nuestro, al celebrar con gozosa esperanza la exaltación de tu amado Hijo Jesús, que fue crucificado por ser fiel a tu voluntad de vida digna para todos y todas, te pedimos que, con la fuerza del amor del Espíritu, le sigamos al servicio de tu Reino de justicia, de amor y de paz. Nosotros te lo pedimos inspirados en Jesús de Nazaret, hijo tuyo y hermano nuestro.

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