¿Cómo nos va a quitar el mundo una alegría que no nos ha dado? Si «el mundo» es capaz de arrebatarnos nuestra alegría, examinemos seriamente qué tipo de regocijo es el nuestro. ¿Y cuál es esa alegría que nadie podrá quitarnos? La que nace de haber apostado por la vida y del convencimiento de que, antes o después, la vida triunfa siempre. No se trata de estar ciegos o de ser frívolos; tan solo de ser consecuentes con aquello en lo que creemos y vivimos.
Fiesta de la Visitación de María a Isabel
La Iglesia celebra “la visita de María a Isabel” María es una mujer que cultivaba y participaba de la espiritualidad de los pobres de Yahveh. En este sentido, su Magnificat es una oración revolucionaria, de una joven llena de fe, consciente de sus límites, pero que confía en la misericordia divina. Ella le ora a un Dios que se aparta de los que se aferran al poder y al dinero y se hace cercano a los problemas de los humildes y hambrientos (Lc 1,51-53). Su cántico nos ayuda a comprender cómo la misericordia del Señor es el motor de la historia, de toda la persona, como del conjunto de la humanidad. La Iglesia está llamada a releer este canto de liberación encarnándose solidariamente en los empobrecidos y las víctimas. Oremos con el papa Francisco a María: “La joven de Nazaret, que en todo el mundo ha asumido miles de rostros y de nombres para acercarse a sus hijos, interceda por cada uno y nos ayude a proclamar las grandes obras que el Señor realiza a través de nosotros”
Fiesta de la Visitación de María a Isabel
La Iglesia celebra “la visita de María a Isabel” María es una mujer que cultivaba y participaba de la espiritualidad de los pobres de Yahveh. En este sentido, su Magnificat es una oración revolucionaria, de una joven llena de fe, consciente de sus límites, pero que confía en la misericordia divina. Ella le ora a un Dios que se aparta de los que se aferran al poder y al dinero y se hace cercano a los problemas de los humildes y hambrientos (Lc 1,51-53). Su cántico nos ayuda a comprender cómo la misericordia del Señor es el motor de la historia, de toda la persona, como del conjunto de la humanidad. La Iglesia está llamada a releer este canto de liberación encarnándose solidariamente en los empobrecidos y las víctimas. Oremos con el papa Francisco a María: “La joven de Nazaret, que en todo el mundo ha asumido miles de rostros y de nombres para acercarse a sus hijos, interceda por cada uno y nos ayude a proclamar las grandes obras que el Señor realiza a través de nosotros”
Comentarios
Publicar un comentario