6ª semana de PASCUA - jueves

Con esta esperanza vivimos y trabajamos: el desconsuelo de todos los tristes (agobiados, desamados, marginados, esclavizados) alumbrará la alegría. No se trata de opio para justificar el desorden, sino de motivación para una revolución permanente. La posibilidad de que la tristeza mute en alegría se encuentra, en buena parte, en nuestras manos, y vamos a ser juzgados por nuestra colaboración a la alegría de los otros. Sin que olvidemos preguntarnos por las causas últimas de tanta tristeza. 
     Consciente de que la totalidad de su vida le llevará a actuar en consecuencia con lo que dijo e hizo, Jesús sabe que su permanencia histórica está llegando a su desenlace. Sin embargo, también está convencido de que la experiencia de su estar de otro modo, actuando en Espíritu desde dentro, sostendrá la fe y la vida de la comunidad. El vínculo personal y comunitario con Dios, la práctica de la justicia como actitud fundamental de vida, el cultivo de una fe lúcida y una espiritualidad encarnada que responda a las cuestiones determinantes de la vida, el mantenimiento de una visión profética atenta a los signos y desafíos de los tiempos, y la disposición a vivir tan humanamente como vivió Jesús, son los rasgos éticos y evangélicos que como Iglesia estamos llamada a transmitir en un mundo plural, ansioso de auténtica espiritualidad.
     De esta manera, contribuimos a allanar el camino hacia la humanización integral, el peregrinar alegre hacia el reino de Dios. ¿Asumimos con alegría y confianza las implicaciones de vivir con coherencia nuestra fe en Jesús? 

Francisco, a la FAO: "La familia ayuda a entender el vínculo que existe entre humanidad, creación y agricultura"

    1. En el conjunto de las palabras, que aqui pronuncia Jesús, se destacan dos experiencias, que tendrán los seguidores del Evangelio a lo largo de la historia. Se trata de la dura experiencia de la tristeza (Jn14,18) y de la no menos dura experiencia del rechazo por parte del mundo. el "orden presente" (Jn 14.19) (R. E. Brown). Pero Jesus añade a esas experiencias fuertes algo que es mas determinante: la alegría, que será la experiencia definitiva.
    2. Jesús sabía de tristeza. Es la tristeza que sintió él mismo,"profundamente afligido", en la oración de Getsemaní (Mc 14, 34; Mt 26, 38): 'Mi alma está afligida con tristeza mortal" (Sal 41, 6.12)
La tristeza que Jesús vivió "a gritos y con lágrimas", en la oración de la "angustia" antes de la muerte (Heb 5, 7). Se trata de la tristeza del que se ve amenazado de muerte.Y del que ve el mundo de violencia y muerte en que vivimos. Ademas, junto a la tristeza, el rechazo. En este sentido, la utilizacion que los evangelios hacen del verbo griego orneomar resulta elocuente. Jesús, en efecto,"se siente rechazado" en la dura experiencia de la pasión, cuando se vio solo y abandonado por todos.
      3. Pero sabemos que la tristeza y el rechazo se soportan y se superan cuando todo lo negativo, que acarrea la vida de quienes toman el camino del profeta y el mistico -aunque se dediquen a cualquier tipo de actividad, tarea o trabajo-, se afronta con la fuerza que nos da verle sentido a la vida que llevamos. Y verle sentido, hasta el extremo de vivir con alegría las situaciones mas duras que se nos puedan presentar.Así Jesús apela a experiencias humanas, profundamente humanas, para dar una nueva orientacion a nuestras vidas. Una vida que solo acepta el bienestar y el disfrute, y no tolera la contradicción y el rechazo, será todo lo apetecible que se quiera, pero será una vida "sin sentido". El empeño por hacer felices a otros, nos trae complicaciones. quizá complicaciones muy serias. Pero todo el sufrimiento del mundo vale la pena, cuando ese sufrimiento es fuente de felicidad para alguien. Y, sobre todo, si lo es para muchos. 

El recuerdo de la persecución soviética, el diálogo con los ortodoxos y la atención a las minorías centrarán el viaje del Papa a Rumanía

Francisco beatificará a siete obispos y visitará un barrio gitano

  

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