5ª semana de PASCUA - lunes

Jn 14 21-26 EVANGELIO EN AUDIO
    1. Los cristianos confundimos facilmente el amor a Jesús con la piedad, la devoción, las observancias o incluso con la experiencia religiosa o la simple devoción. Sin embargo, si es que Jesús Ileva razón en lo que dice aquí, entonces queda patente que los cristianos amamos a Jesús cuando nos queremos unos a otros.
      Teniendo en cuenta que el asunto del amor ha sido maltratado y hasta degradado por la vulgaridad y la superficialidad de quienes reducen el "amor" al sentimiento. Por no hablar de quienes lo rebajan al sexo o experiencias que rozan eso y pare usted de contar. No. Amor es, ante todo, respeto, tolerancia, delicadeza, bondad, generosidad, ayuda o sensibilidad para todo cuanto hace feliz a la persona a quien decimos que amamos. El que vive eso, ese es el que ama a Jesús. 
     2. Jesús, además, afirma que quien vive esta forma de entender y practicar el amor, además de amar a Jesús (aunque ni siquiera piense en eso, ni sepa nada de eso), se convierte en "residencia de lo divino". En una persona asi, está presente el mismo Dios. En una persona que vive asi, se palpa la presencia de "lo trascendente". 0 sea, una persona asi, es un templo y hasta incluso un cielo. Porque Jesús rebasa nuestros anhelos y nuestros sueños de lo mas excelso que Ilevamos clavado en el alma. 

     3. Es más, el que es buena persona de verdad, en la honradez y el amor, en esa persona se hace presente el Espíritu de Dios, para recordarle y explicarle lo que dijo Jesús. Lo que enseñó Jesús tiene tal profundidad, que nos rebasa. Y nunca alcanzamos a entenderlo plenamente. De ahi, la necesidad constante, que tenemos, de que el Espíritu nos vaya recordando y explicando lo que Jesús dejó dicho. Por eso no es exagerado asegurar que siempre, cada dia y cada hora, necesitamos recurrir al Espíritu, pedirle al Espiritu, que nos recuerde y nos explique constantemente el Evangelio. Es decir, exactamente lo que hizo y vivió Jesús.

"Sigan adelante con la pelea por las tres T: Tierra, trabajo y techo"

El Papa insta a los vecinos de La Matanza a que "sigan trabajando por viviendas dignas"

En Fortín de Las Flores, durante la misa para una quinceañera

Matan a dos hombres en una iglesia de Veracruz

Qué no vuelva a haber más secuestrados ni desaparecidos; que no haya lugar para el odio ni la violencia; que la dignidad de la persona sea siempre respetada (San Juan Pablo II)
HOMILÍA DE MONS. GABRIEL MESTRE EN LA MISA EN ACCIÓN DE GRACIAS
POR LA BEATIFICACIÓN DE LOS CUATRO MÁRTIRES RIOJANOS
Catedral de Mar del Plata, 19 de mayo de 2019
Queridos hermanos, al celebrar la Eucaristía de este Domingo quiero compartir con ustedes tres breves pensamientos.
1. Amar es dar la vida
      El Evangelio de este Domingo nos habla del amor. ¿Qué es el amor…? un sentimiento?, ¿un ideal?, ¿un deber?, ¿una emoción?, ¿sólo una palabra?, ¿un deseo?, ¿una obligación moral?, ¿una pasión?, ¿una necesidad?, ¿un arte?, ¿un camino?, ¿un frenesí?... Es un poco de todo esto y no es nada de esto... ¿Qué define lo esencial del amor en clave cristiana? Hoy lo dice Jesús con claridad: “Ámense como yo los he amado”. ¿Cómo nos amó Jesús? Dando la vida. Esta es la clave del auténtico amor: dar la vida.
      Para saber si existe realmente amor en los vínculos de familia, de pareja, amicales, fraternos, sociales... revisemos y preguntémonos si estamos dando la vida. Para que el amor no quede en una esfera superficial reclama la capacidad de dar la vida; para que el amor no sea solo aureola ni cándida moraleja debe tener esta nota particular de dar la vida.
2. El martirio expresión suprema del amor
      Hoy como diócesis de Mar del Plata damos gracias a Dios por la beatificación de Mons. Enrique Angelelli y sus tres compañeros mártires: Carlos, Gabriel y Wenseslao. Vivieron y murieron por amor. Estos cuatro testigos fueron insultados y perseguidos a causa de Jesús y de la justicia evangélica y se mantuvieron firmes en su amor a Cristo a costa de sufrimientos y del sacrificio extremo de su propia vida.
     El amor de Angelelli y sus tres compañeros mártires se expresa de forma muy concreta: en Cristo y según la Doctrina social de la Iglesia procurar la promoción de los empobrecidos, la defensa de la dignidad humana y el desarrollo de la justicia buscando que el Evangelio se convierta en fermento de una nueva humanidad fundada en la solidaridad y la igualdad.
     Los cuatro vivieron y murieron por amor. Su testimonio nos ayuda hoy a crecer en compromiso para siempre abrir el corazón a Dios y a los hermanos, para ser mensajeros de paz, para trabajar decididamente por la justicia siendo testigos de solidaridad a pesar de las incomprensiones, las pruebas y los cansancios del camino de la vida.

3. Nunca más secuestrados ni desaparecidos
     El Cardenal Angelo Becciu, que en nombre del Papa Francisco presidió la beatificación de los Cuatro Mártires Riojanos días atrás, describe muy claramente y en pocas palabras el contexto sociopolítico de aquel momento y dice: Fueron asesinados en 1976, durante el período de la dictadura militar, marcado por un clima político y social incandescente, que también tenía claros rasgos de persecución religiosa. El régimen dictatorial, vigente desde hacía pocos meses en Argentina, consideraba sospechosa cualquier forma de defensa de la justicia social. Angelelli y sus tres
compañeros mártires de alguna forma representan hoy y aquí a tantos asesinados,
secuestrados y desaparecidos de aquellos años oscuros de nuestra Patria.
      Celebrar esta Misa es hacer memoria de todos y cada uno de ellos. No siempre algunos hijos de la Iglesia supieron estar a la altura de las circunstancias y acompañar el dolor y sufrimiento de las víctimas del terrorismo de estado. Por eso agradezco a Dios, que en este momento de memoria aquí en la Iglesia Catedral de Mar del Plata, haya varios hermanos de diversos organismos de derechos humanos con sede en nuestra ciudad.
      Por los avatares históricos y las opciones ideológicas no en todo estamos de acuerdo. Sin embargo, no podemos dejar de afirmar que en muchos otros valores compartimos el mismo ideal y podemos luchar juntos por una Patria más justa y fraterna, más solidaria y comprometida con los más descartados y marginados de la historia, avanzar en una democracia sólida con la participación e integración de todos los argentinos
      Muchas gracias por estar hoy aquí, muchas gracias por ser memoriaviviente de lo que nunca más tiene que acontecer en nuestra Patria. Que la sangre martirial derramada por Mons. Angelelli y sus tres compañeros sea verdadera semilla de acercamiento, colaboración y búsqueda sincera del bien común.
      Quiero concluir con palabras de San Juan Pablo II el 11 de abril de 1987 cuando visitó por segunda vez nuestra querida Argentina. Yo era un joven de 18 años que estaba en Buenos Aires, en la 9 de julio con unos 300.000 jóvenes más celebrando la Jornada Mundial de la Juventud. No puedo dejar de recordar con emoción las palabras que el Papa dijo de cara a este tema tan doloroso: Que el hermano no se enfrente más al hermano; que no vuelva a haber más secuestrados ni desaparecidos; que no haya lugar para el odio ni la violencia; que la dignidad de la persona sea siempre respetada.
                                            +Mons. Gabriel Mestre Obispo de Mar del Plata

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