Jueves Santo

     Día de la eucaristía, del amor fraterno, de la última cena. Todo es lo mismo. Y sin amor no hay cena, ni eucaristía, ni comunidad. Un día más (solemne, cálido, «santo») para tomarle el pulso a nuestro grupo humano evangelizador: a quiénes amamos, por qué y para qué trabajamos, con qué instrumentos. También para pedirnos perdón los unos a los otros (lavarnos los pies) y prometernos una vez más que creemos en el amor y que vamos a seguir intentándolo juntos. ¡Bendita sea la comunidad!
Audioclip: EN EL HUERTO DE LOS OLIVOS
Audioclip: EN CASA DE CAIFAS
 Jn 13, 1-15 EVANGELIO EN AUDIO 
  1. Se duda si esta acción de Jesús -lavar los pies a los discípulos- ocurrió realmente así. O si es, más bien, un relato simbólico que "recoge de manera admirable el pensamiento de Jesús" (J. A. Pagóla). Sea lo que sea de esta cuestión, lo que importa es que este gesto de Jesús expresa, de forma que impresiona, lo que Jesús hizo en verdad. El apóstol Pablo afirma que, en Jesús, Dios "tomó la condición de esclavo" (Fil 2,7). Y la asumió hasta el extremo de que eso, condensado en el nombre de "Jesús", es lo que exaltó para siempre (Fil 2,9-11). Por eso Jesús, que se puso como ejemplo a imitar, ya tenía dicho que "el que quiera ser el primero entre ustedes, será esclavo de todos" (Mc 10,43-44; 9,35).
  2. Esto es lo que a Pedro no le entraba en su cabeza. De ahí, su resistencia a que Jesús le lavase los pies. Como sus tres negaciones de conocer a Jesús -tres negaciones de fe- durante el juicio contra Jesús. Y, mucho antes, el enfrentamiento que tuvo directamente con Jesús cuando el Señor anunció cómo iba a ser su final (Mt 16,22 par). A lo que Jesús replicó diciéndole a Pedro que era un "¡Satanás!" (Mt 16,23 par). Señal evidente de que Jesús vio que en esto se jugaba el ser o no ser del verdadero discipulado, de la verdadera fe, de la auténtica fidelidad al Dios que Jesús enseñaba.
  3. Lo que da miedo pensar es que esto, que no le cabía a Pedro en su cabeza, no nos cabe tampoco a nosotros en la nuestra. Ni le cabe a casi nadie en la Iglesia. Nos encanta el triunfo de Pedro, la fama mundial del papado, el poder del sucesor de Pedro. Sinceramente, nos entusiasma todo eso mucho más que el fracaso de Jesús, el desamparo de Jesús, la humillación de Jesús, la esclavitud de Dios en Jesús. Y ¡es natural! Así somos los humanos. Seguramente porque el Evangelio no nos ha entrado a nosotros tampoco en la cabeza. Por eso no nos hemos enterado de que la fuente de la felicidad no está en la grandeza de la divinidad (imaginada por nosotros), sino en la sencillez de la humanidad, afirmada con trazo fuerte en la imagen del esclavo.
  4. Pero queda un tema capital por aclarar. Los esclavos de la antigüedad eran esclavos porque no tenían más remedio que serlo. Aquellos esclavos eran lo que eran porque carecían de derechos. Jesús no enseñó eso. Lo que propone Jesús es que libremente elijamos en la vida, siempre y con todos, vivir al servicio de los otros. Nunca para dominar a nadie, para imponernos a nadie, para ser más importantes que los demás. Quien va como esclavo por la vida, contagia felicidad, bienestar, esperanza. Así -dijo Jesús- trascendemos las limitaciones de este mundo. Porque "lo inhumano" se transfigura en "lo humano" Eso es lo que hizo Dios al "encarnarse"en Jesús.

    PARA PROFUNDIZAR EN LA REFLEXIÓN DE LAS LECTURAS

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