Jueves de pascua

 

Catequesis del Papa: “No todo se resuelve con la justicia, es necesario el amor”

Los mártires cristianos testimonian que la injusticia no tiene la última palabra

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 Lc 24 35-48 EVANGELIO EN AUDIO
     El evangelio cuenta la aparición de Jesús resucitado mientras los discípulos de Emaús comentaban a la comunidad lo que les ocurrió. El relato es una confesión de fe en el Resucitado. 
     La comunidad comprende que Jesús no está solo en la fracción del pan, sino también en el intercambio sobre las vivencias y experiencias de fe. De hecho, la fe no es una cuestión de adhesión segura que se adquiere y no se pierde más; la fe siempre estará amenazada por los miedos, las dudas y los falsos entusiasmos.
     Releer la Palabra, la realidad y la vida inspirada por la acción del Espíritu y el proyecto humanizador de Dios; son los criterios desde los cuales nos convertimos en testigos del Resucitado hoy. 
     La «visión» del resucitado aparece como mesa compartida, pero necesitamos volver a la Escritura, estar al acecho del reino y hacernos responsables de la comunidad y de la práctica de la justicia; de lo contrario, la presencia del Evangelio sigue sin ser reconocida y nos cerramos a la reconciliación, el perdón y la humanización. 

  1. Hay que decirlo con claridad y sin miedo. Los catecismos tradicionales y las teologías trasnochadas, en las que se basan las catequesis y las enseñanzas de religión cristiana, han deformado la mentalidad a muchos cristianos. Porque les han hecho ver en el Evangelio al Hijo de Dios de tal manera, que Jesús deja de ser un hombre y se convierte en un "dios disfrazado"de hombre.  
    Algo así debían pensar aquellos discípulos cuando vieron al Resucitado y se pensaban ver un "fantasma". De ahí, el miedo que sintieron aquellos discípulos. Era el "miedo reverencial" ante "lo numinoso" "lo santo" (R. Otto). Aquello fue la deformación de la imagen de Jesús. Aquel grupo de personas no veían al Jesús auténtico. 
    Una representación de Jesús que muchas personas llevan en su cabeza. Lo que les produce un sentimiento tan extraño que, ni siquiera, se atreven a pronunciar la palabra "Jesús". Son los que prefieren hablar de "Cristo" o de "Jesucristo". Les da miedo de hablar del Jesús del Evangelio.
  2. Pero lo llamativo de este relato es que Jesús convirtió el miedo en alegría. Precisamente porque dejaron de ver un fantasma y empezaron a ver a Jesús. Ahora bien, lo llamativo es que este cambio se produjo cuando Jesús les pidió que sacaran algo para comer. De nuevo, la mesa compartida pone las cosas en su sitio, nos descubre a Jesús, espanta los fantasmas, devuelve la alegría y crea unión y comu­nidad.
  3. En la Iglesia sobran ritos, normas, ceremonias, cultos sagrados y solemnes, ob­servancias, preceptos y prohibiciones, anatemas y censuras. Y escasea demasiado la unión, la comunión, los gestos de unidad, fomentar lo que nos une, nos acerca, nos ayuda al respeto, la tolerancia, la comprensión. 
    Por ahí es por donde desanda­remos la senda equivocada de los fantasmas y tomaremos el camino que nos lleva derechamente a Jesús. Hay gente que tiene en su cabeza un "dios" que les impide ver. en los evangelios, a "Jesús", tal como fue y vivió. Lo que podemos saber de "Dios", nos lo revela "Jesús".

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