Seis muertos en un ataque contra una iglesia en Burkina Faso
Jn 3 7-15 EVANGELIO EN AUDIOLa continuidad del relato del evangelio de Juan entre Jesús y Nicodemo tiene como horizonte llevar a la comunidad eclesial a una dimensión más profunda, hacia la dimensión espiritual: ese es el sentido de la invitación «a nacer de nuevo».
La comunidad de seguidores del Maestro, está llamada, como don y tarea humana, social, política y religiosa a cultivar relaciones auténticas y sostenibles, intensificando su misión, encarnándose solidariamente en el corazón del mundo; allí donde se gestan «los gozos y las esperanzas, las tristezas y las angustias de los hombres y las mujeres de nuestro tiempo, sobre todo de los empobrecidos y las víctimas que anhelan justicia, territorio, reparación y liberación» (GS, 1).
Esta experiencia constituye para el creyente una apertura espiritual, psíquica y corporal a Dios y al otro, en quien sembramos en el Espíritu. San Ignacio de Loyola lo vio y experimentó claramente cuando escribió en el libro de los “Ejercicios Espirituales”: “No el mucho saber harta y satisface el ánima, sino el sentir y gustar las cosas internamente”; en otras palabras, «discernir la vida interior para humanizar».
¿Como personas, ciudadanos y creyentes estamos dispuestos a cultivar desde dentro de la comunidad relaciones que humanicen?
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Nicodemo era un fariseo y dirigente de la religión de Israel. Sin duda, era un hombre de buena voluntad, que buscaba el bien. Y por eso, porque era, al mismo tiempo, dirigente religioso y hombre que quería ir por la vida haciendo el bien, lo más probable es que se veía a sí mismo como un hombre contradictorio. Un hombre que predicaba una cosa y hacía en su vida lo contrario. En las altas esferas del poder religioso, armonizar el "poder" y la "bondad" no debe ser cosa fácil.
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Y lo más complicado de todo sería seguramente vivir en libertad y hacer lo que uno piensa que puede y debe hacer. De ahí que Nicodemo no fuera un hombre libre. Por eso fue en busca de Jesús. Pero fue a ver a Jesús cuando era de noche (Jn 3,2). Ir a ver a alguien en la oscuridad de la noche significa hacer eso en la clandestinidad, ocultamente, como el que hace algo malo. ¡Qué distinto este encuentro con Jesús de los numerosos encuentros de la gente sencilla, que buscaba a Jesús! Los enfermos, los pobres, los pecadores.... estas gentes no acudían de noche a ver a Jesús. Lo buscaban incluso cuando estaba prohibido, como cuenta el evangelio de Lucas a propósito de los enfermos que le buscaban (Lc 13,14).
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Por eso Jesús le dice a Nicodemo que tiene que nacer otra vez, nacer"de nuevo". O sea, tiene que romper con todo el lastre de miedos y esclavitudes, que le ha impuesto la religión y el cargo que tiene en ella. Y tiene que dejarse llevar por "el viento", que es el "espíritu", el pneuma, que es libertad. ¿Quién puede atar el viento? ¿Quién puede dirigirlo? ¿Quién le puede poner puertas, no al campo, sino al viento del cielo? Así tiene que ser el que "nace de lo alto". ¿Por qué nos da tanta seguridad, tanta tranquilidad y tanta confianza la cadena que nos ata a la norma, a la costumbre, a lo que hacen los que mandan...? Mientras andemos en esas y con esas, ni nos enteramos de lo que nos dice el Evangelio, ni conocemos a Jesús, ni sabemos a dónde vamos por la vida.Jesús nos quiere libres como el viento. Así, solamente así, seremos "hombres y mujeres de espíritu".
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