Anunciación del Señor

TERCERA SEMANA DE CUARESMA (24 al 30 DE MARZO)
4.ª LECCIÓN: CONOCER LA REALIDAD. SOBRE LA NECESIDAD DE ENTENDER Y DISCERNIR NUESTRO TIEMPO SI QUEREMOS QUE NUESTRO MENSAJE SEA EFICAZ.
 Aunque sepamos qué es lo esencial del mensaje cristiano, y aunque tengamos distintos criterios para enjuiciar la realidad, no cambiaremos el mundo si no sabemos en qué mundo vivimos. Jesús, como siempre, también nos sirve aquí de ejemplo al demostrar que conoce bien todos los asuntos de la sociedad en la que vive y se mueve: desde el capítulo de sucesos (DOMINGO: «Aquellos dieciocho sobre los que cayó la torre») hasta la meteorología (LUNES: «El cielo estuvo cerrado tres años»), incluyendo naturalmente la economía (MARTES: «Como no tenía con qué pagar...»), los asuntos sociorreligiosos (MIÉRCOLES: «El que se salte un precepto»), la política (JUEVES: «Todo reino dividido contra sí mismo»), la acción social (VIERNES: «Amar al prójimo») o la estratificación de clases (SÁBADO: «Uno era fariseo, el otro publicano»).…

Dediquemos esta semana a meditar cómo es nuestro conocimiento del mundo, hasta qué punto conocemos la realidad en la que vivimos. Si es solo teórico, daremos únicamente teorías, inservibles para la vida.
Lunes 25 de marzo de 2019 La Anunciación del Señor
EVANGELIO EN AUDIO
La fiesta de la Anunciación del Señor que la Iglesia propone nos recuerda que Dios cumple su palabra. Dios se dirige a una muchacha de pueblo, a una desconocida en el ambiente social, a una cualquiera para la institución religiosa y con ella comienza una nueva historia. María recibe un anuncio y en ella ese anuncio lo recibe toda la humanidad. El Ángel, símbolo de la presencia de Dios llega hasta donde María, entra en su casa, llega hasta su lugar vital y la saluda como la favorecida, invitándola a la alegría. El saludo llega mucho más allá. El Ángel le dice que el Señor está con ella. Esta visita del Ángel, es el inicio de una gran revolución. Dios transgrede las leyes religiosas y se acerca a una mujer, para hacerla partícipe del plan de la salvación de toda la humanidad. María es símbolo de la solicitud de Dios por las víctimas, por los excluidos, por los que no cuentan para los sistemas sociales y religiosos de nuestro mundo. 
 1. La "Anunciación del Señor" representa un misterio tan profundo, que no es comprensible si no se tiene en cuenta que Dios es Dios porque es el Trascendente. Ahora bien, la trascendencia no significa simplemente que Dios es "infinitamente superior"al ser humano. Significa pro­piamente que Dios es "incomunicable" a nosotros, "de un orden absolutamente otro" a todo cuanto los mortales podemos alcanzar (Sophie Nordmann). Esto supuesto, nosotros podemos conocer a Dios y relacionarnos con Él porque Dios, al "encarnarse" (Jn 1,14) en un ser huma­no, Jesús, se nos ha dado a conocer. Esto es lo que nos enseña la "Anunciación del Señor"

2. Todo esto significa que el hijo de María, Jesús, no es una mera "representación" de Dios, sino que en Jesús vemos, oímos y tocamos a Dios mismo, como les dijo Jesús a sus discípulos (Jn 14,8-11). Por eso Jesús pudo decir que su relación con el Padre es enteramente única y ex­clusiva (Mt 11,27). Desde este punto de vista, se puede asegurar que la presencia de Jesús es el hecho más profundo y revolucionario que los humanos podemos imaginar. Jesús es la revelación de Dios y la presencia de Dios entre los humanos.
3. Pero todo esto nos viene a decir también que el Evangelio, y su presencia entre nosotros a lo largo de los siglos, no es propiamente ha­blando una religión más. El Evangelio es el gran relato de la presencia de Dios y del encuentro con Dios, vivido en un ser humano y divino a la vez, en cuanto que su vida humana es, para nosotros, el encuentro con Dios. Lo que Jesús nos dejó no es una "religión", sino que es un "pro­yecto de vida". La vida que llevó Jesús es la vida que hemos de llevar nosotros, si es que queremos encontrar a Dios.


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