Evangelio en audio: Lc 18, 9-14
Nos encontramos frente a dos personajes que intentan relacionarse con Dios. Es una parábola a la que estamos llamados a leer desde nuestra propia vida. ¿Cuál de los dos papeles interpretamos en la experiencia cristiana? Jesús hace un contraste de dos figuras: Uno el hombre que se cree creyente y seguro de sí mismo. Siente que Dios tiene que agradecerle por tanta religiosidad con la que vive. La otra figura es la de un pecador; la de un marginado religiosamente hablando, que no siente seguridad de nada; lo único que hace es confiar en el amor misericordioso del Padre. Solo espera que Dios lo acoja y salve. No olvidemos que en medio de estos dos polos de relación con Dios hay muchísimas más opciones.Este tiempo de cuaresma es el momento propicio para saber discernir en qué lugar estamos y si estamos mal ubicados, hacia donde tendríamos que hacer el éxodo. Que Dios nos regale la gracia de sentirnos como el recaudador de impuestos. Que nunca sintamos mérito delante de Dios.
1. En
tiempo de Jesús había fariseos. Y ahora los sigue habiendo, aunque no
se llamen así. Los motivos que movilizan al fariseo son motivos religiosos. Por eso, es fariseo todo individuo en el que se dan tres características:
1) Se ve a sí mismo como "bueno": ortodoxo en sus ideas, cumplidor de sus deberes, observante y sumiso a lo que está mandado;
2) Se siente"seguro"de sí mismo: de sus ideas, de su forma de vivir, de su buena familia y sus buenas costumbres;
3) "Desprecia" a los que no piensan y no viven como él.
1) Se ve a sí mismo como "bueno": ortodoxo en sus ideas, cumplidor de sus deberes, observante y sumiso a lo que está mandado;
2) Se siente"seguro"de sí mismo: de sus ideas, de su forma de vivir, de su buena familia y sus buenas costumbres;
3) "Desprecia" a los que no piensan y no viven como él.
2. El
fariseo entra "erguido" en el templo. Va por la vida con la cabeza
alta. No se reprocha nada y solo tiene motivos para dar gracias a Dios.
Porque él "no es como los demás". Da miedo pensar en la cantidad de
fariseos que hay ahora. Y, sobre todo, da mucho miedo pensar en el
destrozo que están haciendo en la Iglesia. Porque la han roto, la han
dividido, la han partido por la mitad. Por eso en esta Iglesia no hay
manera de vivir unidos, como no sea sometiéndose a las ideas y a la
forma de vida que nos quieren imponer los fariseos de ahora. Y conste
que aquí todos somos fariseos.
3. En
este momento, como en tiempo de Jesús, hay muchos "publicanos": son
todos los que, por el motivo que sea, "no se atreven a levantar los ojos
al cielo". Se sienten avergonzados, humillados y, a veces, también
despreciados. Los publicanos de hoy son los divorciados, los
homosexuales, los enfermos de sida... y todos los que no encuentran más
solución que el recurso a la misericordia de Dios. Porque ni pueden
cambiar de vida, ni la religión y sus representantes los toleran. A no
ser que se pongan a llevar una "doble vida".
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