3º semana de cuaresma - martes

No hace falta que lo diga Marx: Ia economía mueve el mundo (y en los últimos años lo estamos comprobando a cada hora). La religión dice no mezclarse con el «sucio dinero" (excepto en caso de limosnas, donaciones y exención de impuestos); incluso Ia virtud huye de poner en riesgo la propia cuenta bancaria. Pero sería de ilusos plantear una evangelización que no tenga en cuenta la economía y sus consecuencias: desde las riquezas injustas a la pobreza, pisando la dignidad humana de personas y pueblos.

 EVANGELIO EN AUDIO

    La vida cristiana es una vida de exigencia y de compromiso serio. Adherirse a Jesús y asumir su propuesta, tiene requerimientos concretos y fuertes. Dichas exigencias son tan complejas, que el mismo cristianismo ha enseñado desde siempre que el asumir la tarea cristiana, es un regalo-don del Espíritu de Dios, no es una cuestión de altruismo, ni de capacidad personal innata.
   El perdón es una exigencia cristiana dura y compleja. Para asumir esa tarea hay que doblegar la estructura personal, el egoísmo que está enquistado en el propio ser de la persona.
   Perdonar no es, en el cristianismo, un consejo que acojo o no según la conveniencia, sino un imperativo, una cuestión de obligatorio cumplimiento. Pero la dimensión cristiana siempre exige mucho más.
   Jesús de Nazaret, con su ejemplo de vida y con su palabra, sigue interpelando a cada bautizado a vivir de manera coherente la adhesión a su proyecto.
   Dios pide a los seguidores de Jesús, el compromiso sincero de entrar por la lógica del Evangelio, renunciando a la lógica del egoísmo y del poder de dominio.
1.Todo es desproporcionado, y hasta desmesurado, en esta parábola. No tiene proporción ni mesura la cantidad enorme de dinero que le debía el primer empleado al rey. No tiene proporción ni mesura que el rey perdone seme­jante deuda por la simple razón de que el deudor se lo pide. Tampoco tiene proporción ni mesura que el que aca­ba de recibir un perdón tan descomunal, apenas sale a la calle y se encuentra a un desgraciado que le debe una mi­seria, por poca cosa lo mete en la cárcel. ¿Qué explicación tiene esta serie continuada de despropósitos?

2.  
No se trata de exageraciones ni extravagancias. Esto (o algo muy parecido) ocurre a diario y, si se piensa a fondo, lo vemos por todas partes. Se trata de la desproporción asombrosa que existe entre la enorme tolerancia que tene­mos con nosotros mismos y con lo que nos conviene, por una parte, y la brutal intolerancia que tenemos con los demás y con lo que no nos conviene, por otra parte.

3.  
Basta pensar en la tolerancia que tenemos con lo que nosotros molestamos a otros y la intolerancia que tenemos con lo que otros nos molestan. La tolerancia con las propias equivocaciones y la intolerancia con las equivocacio­nes de los demás. La tolerancia con lo masculino y la intolerancia con lo femenino o al revés. La tolerancia con los de mi tendencia religiosa y la intolerancia con los de otras tendencias religiosas. La medida de nuestras intoleran­cias será la medida de la intolerancia que se va a tener con cada cual.

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