2º domingo de cuaresma-ciclo C

LECTURAS Y COMENTARIO EN AUDIO (Justino)

    Cada día se nos muestra la gloria de Dios, pero no en resplandores, sino allá donde estalla la misericordia, la justicia, la verdad, el cariño. Identificamos «gloria» con resplandores, con magnificencia y trompeterío, con grandes acciones que, en teoría, conmueven al mundo; con personajes famosos, ricos, bellos, poderosos; con riquezas ostentosas; con la astucia que logra lo que no logran los justos; gloria como sinónimo de éxito. No sabemos lo que decimos. Tenemos que revisar esos criterios. 

1. Este relato contiene una importancia singular en los tres evangelios sinópticos (Me 9, 2-8; Mt 17, 1-8). Prueba de ello es que la literatura teológica que se ha producido para explicar este episodio es enorme (F. Bovon). Baste pensar que esta­mos ante un relato del que resulta muy difícil precisar el género literario en que está redactado (H. Riesenfeld, M. Sabbe, R. H. Gause...). Lo cual es comprensible. Porque aquí se da cuenta de una experiencia en la que se rozan "lo humano" y "lo divino", "lo inmanente" y "lo trascendente".
2. Dios (trascendente) se nos ha comunicado en Jesús (inmanente). Pero ser "tras­cendente" no significa ser"infinitamente superior" sino simplemente "ser inconmen­surable" es decir "de un orden absolutamente distinto". Esto significa que, si la tras­cendencia fuera objeto de experiencia posible, desde ese momento justamente dejaría de ser trascendente (S. Nordmann). Pues bien, siendo esto así, Jesús (aquel humilde campesino de Galilea) es el punto de sutura de la realidad que nos trasciende (Dios) con nuestra limitada realidad (nosotros los humanos). O sea, en Jesús (y solo en él) sabemos de Dios, lo que dice Dios, y lo que Dios quiere o no quiere. Por esto, el relato termina con la voz trascendente que señala a Jesús y decía: "escúchenle a él". Y allí quedó: "Jesús solo".

3.
Para saber de Dios y hablar de Dios, no nos queda nada más que Jesús. Ni Moisés, ni Elias. Ni la Ley, ni los Profetas. Solo la vida y la palabra de Jesús. En esa vida y en esa palabra es donde tenemos que buscar y encontrar el sentido de la vida.
S
EGUNDA SEMANA DE CUARESMA (17 al 23 DE MARZO)
3ª LECCIÓN: EL ENFOQUE. RE-DIMENSIONAR NUESTRA VISIÓN DE LA REALIDAD Y COMPRENDER EN QUÉ CONSISTE LA «GLORIA» SEGÚN DIOS. OTRA FORMA DE VER LAS COSAS.
    En esta tercera semana de su «cursillo preparatorio acelerado», Jesús nos enseña que los suyos, precisamente porque han visto su gloria (DOMINGO: «Se espabilaron y vieron su gloria»), han entendido que solo serán como Dios si se muestran compasivos (
LUNES: «Sean misericordiosos como su Padre»), servidores de los demás (MARTES: «El primero entre ustedes sea servidor»), esclavos de los otros (MIERCOLES: «El que quiera ser grande, que sea vuestro servidor»), situados de parte de los mendigos (JUEVES: «Un mendigo llamado Lázaro»), piedras desechadas (VIERNES: «Es ahora la piedra angular»), hijos pró­digos (SABADO: «Un hombre tenía dos hijos»): solo estos, a nuestros ojos descarriados y equivocados, alcanzarán la gloria de Abrahán, la ternura del padre Dios. Esta re-valoración, esta forma distinta de valorar las cosas (muy distinta de la del «mundo»), a sí mismo y a las personas, es esencial para un anunciador del Evangelio.
Una semana en la que someteremos a crítica nuestra manera de cualificar las cosas, las personas, los objetivos, los medios y los resultados (éxitos y fracasos).
 



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