Lunes 11 de febrero

Papa, Ángelus: acojamos al Señor en el barco de nuestras vidas 

EVANGELIO EN AUDIO mp3

  Ser cristianizador no consiste en llenar las iglesias. Al contrario: consiste en trasladar el foco de atención de la religión a la vida, la salvación y redención, de la teología a los hospitales y a las calles. De los libros, documentos y doctrinas, a la gente de carne y hueso. Ese es el verdadero meollo de la religión de un Dios encarnado. Acostumbrados como estamos a identificar religión con alienación y con diversos opios del pueblo, esta encarnación tan dura puede sabernos a poco: pero basta con que sepa a Evangelio.


     Jesús de Nazaret se revela como el Señor de la vida. Por su palabra es capaz de derrotar la enfermedad y devolverles la salud y la dignidad a los enfermos. Recordemos que antiguamente se consideraba que las enfermedades eran consecuencia de los pecados del enfermo o de sus antepasados. Por lo tanto, el enfermo al ser considerado pecador, era marginado y rechazado por la comunidad. Jesús hace ver que la enfermedad es un proceso biológico normal. Que el pecado es precisamente la discriminación de los enfermos. 
Hoy la Iglesia celebra la memoria de Nuestra Señora de Lourdes. Ella es la protectora de los enfermos. Encomendemos a todos nuestros enfermos y adultos mayores bajo el amparo y protección de María de Lourdes. Pero que sea también la oportunidad de afirmar nuestro compromiso para trabajar por mejores sistemas de salud en nuestros países, para que los pobres tengan acceso a los servicios de salud sin ninguna restricción y con calidad, para que no sigan muriendo enfermos en las puertas de los hospitales.  

 Mc 6, 53-56 En aquel tiempo, cuando Jesús y sus discípulos terminaron la travesía, tomaron tierra en Genesaret, y atracaron. Apenas desembarcados, algunos los reconocieron, y se pusieron a recorrer toda la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaban los enfermos en camillas. En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.      
      1. La cumbre de este relato es el final, que viene a ser como una conclusión de la actividad de Jesús y de su proyecto: Toda la gente quería, por lo menos, poder tocar a Jesús. Y los que lo tocaban, inmediatamente quedaban sanos. Aquellas gentes de la región de Genesaret, una amplia llanura en la parte occidental del lago de Galilea, seguramente ni creían en el mismo Dios, ni por tanto tenían la misma religión, que tenían los Judíos. Pero, como todos los humanos, tenían sus limitaciones, sus enfermedades, sus anhelos de vivir y de felicidad. Y a todo esto es a lo que, ante todo, responde Jesús. Los que le tocaban, al menos el manto de su ropa, quedaban sanos. 
      2. El Evangelio, antes que un libro de religión, es un proyecto de vida. Jesús es vida, que da vida a todo el que se acerca a él. Y así nos enseña el camino para buscar y encontrar a Dios. A Dios se le encuentra donde Dios está a nuestro alcance. Y eso se encuentra en todos los que sufren, en quienes lo pasan mal. En ellos está Jesús. Yen ellos está, por tanto, el centro de nuestra espiritualidad y de nuestra religiosidad.
       3. Es una lástima que los estudiosos de los evangelios dediquen casi todo su tiempo a precisar los detalles de cada relato: dónde, cuándo, cómo, por qué y para qué sucedió lo que narran los evangelistas. Todo eso es interesante. Pero no es lo importante. Lo que nos importa es la forma de vida que nos humaniza a todos. Y que a todos nos lleva a Dios. Y esa forma de vida no es otra cosa que la sintonía con el dolor humano, la sensibilidad con los que sufren, la bondad con todos, sea cual sea su forma de pensar o de vivir. Eso es lo que nos hace ser religiosos según Jesús y al estilo de Jesús.

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