Miércoles 16 de enero

Evangelio en audio (mp3)

      Una condición indispensable para la autenticidad de nuestra misión cristiana es una profunda unión con Dios.
      Y con el sentido, la bondad, la armonía, la creatividad y todo lo que Dios representa y de lo que nos recargamos cuando dedicamos algo de nuestro
tiempo a ponernos en contacto con la divinidad, más interior a nosotros que nosotros mismos. ¡Ah, si nuestras «oraciones» y nuestras «celebraciones» litúrgicas no fueran ritos, sino momentos de gran hondura humana! ¡Hasta los ateos llenarían nuestras iglesias!
Por eso hoy te invito a tomarte unos minutos cada día y HACER JUNTOS CON JESÚS un sencillo "CAMINO EN BUSQUEDA DEL DIOS ABBÁ, el DIOS DE LA VIDA"


     Continúa la actividad de Jesús en Cafarnaún. Ahora está en casa de Simón Pedro enfrentando a la fiebre que azota a una pobre mujer anciana (suponemos). Jesús la reprende, toma de la mano a la mujer y la levanta y ella se pone a servir.
     Probablemente, la fiebre impedía a esta mujer abrirse al servicio. La fiebre la encadenaba. Por eso, una vez liberada, se hace servidora de Jesús, es decir, del Reino.
     Jesús ejerce su servicio de liberador con todos aquellos dominados por las fuerzas del mal que les impide vivir una vida digna.
     Finalmente, como en un acto de comunión con el Padre, se dirige a solas a orar. Queda claro que el actuar de Jesús es inspirado por el Padre. Es en Él donde encuentra la fuerza para luchar y derrotar todo aquello que oprime y deshumaniza al ser humano.
     También a nosotros nos corresponde entablar la batalle contra el mal. ¿Cómo lo estamos haciendo? ¿De donde sacamos las fuerzas para librar este combate?  

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