Martes 29 de enero

Una familia demasiado grande solo puede mantenerse unida por la fuerza (leyes, amenazas, condenas). La Iglesia se ha convertido en una institución tan enorme, que nadie encuentra en ella, hoy en día, a una verdadera madre o a unos verdaderos hermanos. Por eso se busca el calor familiar, la ayuda y la acogida en otros grupos, en otros ámbitos. Entre las tareas urgentes de los cristianos se encuentra la de constituir «iglesias» domésticas, es decir, llenas de personas a las que podamos llamar «padre», «madre» o «hermanos». No «reverendísimos o excelencias...».

Evangelio en audio (mp3)

“Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo”… recitamos constantemente. Pero ¿qué es “hacer la voluntad de Dios?” ¿Cómo escudriñar y discernir la voluntad de Dios de tal manera que no se confunda con el capricho o los deseos humanos? Indudablemente que la voluntad de Dios siempre estará orientada a garantizar la vida y la dignidad humana. La voluntad de Dios es que “el ser humano tenga vida y vida en abundancia” o que “todos los seres humanos alcancen el conocimiento de la verdad” Como se puede ver, la voluntad de Dios siempre será la búsqueda del bien del ser humano. Un bien personal y comunitario, una libertad corresponsable, una felicidad que consiste en la donación de sí mismo por amor a los demás. Buscar la voluntad de Dios exige mantener los ojos y los oídos atentos a la realidad circundante y buscar en la Palabra los criterios de discernimiento. Implica una vida de oración constante. ¿Cómo buscan la voluntad de Dios en tu familia y comunidad?

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