Sábado 22 de diciembre 2018

Nuestra fe es la fe del magníficat: en la actualidad, el Evangelio es alternativo a una sociedad en la que el ser humano ya no es el centro. Tendremos pocas certezas, pero de esta no cabe dudar.
             Queridos amigos y amigas:
El Magnificad, es “el espejo del corazón de María”, es el canto de los pobres, una de las plegarias mas hermosas escritas en el Nuevo Testamento. Con claras referencias a la literatura sapiencial y profética de Israel. El cántico celebra en síntesis la entera historia de la salvación. Seguramente lo hemos leído y rezado muchas veces, puede que hasta lo sepamos de memoria. Sin embargo, esto no agota todo su potencial. Este día puede ser una buena oportunidad para entrar una vez más en el con una mirada sapiencial y contemplativa.
Podemos dividir el cántico del Magnificad en tres partes: La primera (vv. 46-49) María da gloria a Dios por las maravillas que ha obrado en ella: «porque ha mirado la humildad de su esclava». En la segunda parte (vv. 50-53) exalta la misericordia de Dios que se implica en nuestra historia humana a favor de los pobres y de los últimos. Esto se expresa con estos verbos: hace proezas, dispersa, derriba, enaltece, colma, despide, auxilia. En la tercera parte (vv. 54-55) María recuerda el cumplimiento amoroso y fiel de las promesas de Dios: «acordándose de la misericordia” – como lo había prometido a “nuestros padres” – en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
En el Magnificad encontramos la fuerte convicción bíblica que Dios actúa siempre en la historia de la humanidad. Lo hace contando con la colaboración de todos aquellos que se hacen pequeños y que le sirven de corazón, en silencio adorante y agradecido. En esta línea se encuentra el paralelismo con la primera lectura de hoy, que nos muestra la presentación de Samuel al templo de Silo, el cántico es aprovechado como salmo responsorial. De esta manera, la liturgia en esta octava de preparación para la Navidad nos quiere hacer ver la continuidad de la obra salvífica de Dios en el Antiguo y Nuevo Testamento. En segundo lugar, estos textos resaltan el papel de la mujer en el plan de salvación. Dios se vale de la mediación femenina para llevar adelante su obra de redención y comprobamos que no es en un plano inferior o de menor valía.
¡Hagamos nuestro el Magnificad!, pidamos por intersección de la Madre de Dios la gracia de vivir este tiempo de Navidad como un verdadero acontecimiento de salvación:
María de Nazaret, cantadora del Magníficat, servidora de Isabel:
¡quédate también con nosotros, que está por llegar el Reino!,
quédate con nosotros, María,
con la humildad de tu fe, capaz de acoger la Gracia;
quédate con nosotros,
con el Espíritu que te fecundaba la carne y el corazón;
quédate con nosotros,
con el Verbo que iba creciendo en ti,
humano y Salvador, judío y Mesías, Hijo de Dios e hijo tuyo,
nuestro Hermano,
Jesús. AMÉN

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