1. Lo primero que dice aquí Jesús es que la condición indispensable para amarle a él es amar a los demás' "El que realiza mis mandamientos, ese me ama". Ahora bien, el "mandamiento" (encolé) central de Jesús, el mandamiento que distingue a los cristianos de los que no lo son, es el mandamiento del amor a los demás (Jn 13, 34-35). Por tanto, lo primero que afirma aquí Jesús es que solamente quien cumple ese mandamiento es quien puede empezar a hablar de su amor a Jesucristo y, en definitiva, a Dios
2. Además, Jesús insiste en que solo el que acepta y cumple las palabras de Jesús ese es el que puede decir que ama al propio Jesús. Por tanto, únicamente desde la aceptación de la palabra y el cumplimiento de su mandato, solamente cuando eso se tiene resuelto, se puede hablar de amor a Jesús y de amor a Dios.
3. Lo importante aquí es tener la sinceridad y la clarividencia para aterrizar en este asunto. Porque, entre cristianos, el lenguaje del amor a Dios y a Cristo está tan manoseado y tan repetido, que ha terminado por ser un lenguaje vacío, que ni dice, ni interpela, ni interesa. Y es que, en los ambientes religiosos, de amor a Cristo hablan hasta las malas personas, individuos que hacen daño a veces, mucho daño, a la Iglesia, a ellos, a otros. El lenguaje del amor a Jesús merece un respeto, y necesita un cuidado de extrema delicadeza. Porque está prohibido usar el nombre del amor en vano.
2. Además, Jesús insiste en que solo el que acepta y cumple las palabras de Jesús ese es el que puede decir que ama al propio Jesús. Por tanto, únicamente desde la aceptación de la palabra y el cumplimiento de su mandato, solamente cuando eso se tiene resuelto, se puede hablar de amor a Jesús y de amor a Dios.
3. Lo importante aquí es tener la sinceridad y la clarividencia para aterrizar en este asunto. Porque, entre cristianos, el lenguaje del amor a Dios y a Cristo está tan manoseado y tan repetido, que ha terminado por ser un lenguaje vacío, que ni dice, ni interpela, ni interesa. Y es que, en los ambientes religiosos, de amor a Cristo hablan hasta las malas personas, individuos que hacen daño a veces, mucho daño, a la Iglesia, a ellos, a otros. El lenguaje del amor a Jesús merece un respeto, y necesita un cuidado de extrema delicadeza. Porque está prohibido usar el nombre del amor en vano.
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