EVANGELIO EN AUDIO: Juan 10, 1-10
1. La simple lectura de este texto sugiere una reflexión lógica y elemental: si uno ve una casa en la que quienes entran y salen de ella no lo hacen por la puerta, sino que saltan por las ventanas y los balcones, cualquiera que presencie una cosa tan rara, pensará que los que así entran y salen de la casa son ladrones o están locos de remate. No usar la puerta en una casa rompe la lógica de la normalidad y nos mete de lleno en lo extravagante. Pues bien, Jesús dice: 'Yo soy la puerta°. Quien no entra por esta puerta, es decir quien no se ajusta a la vida de Jesús, a su Evangelio, ¿qué busca en la comunidad cristiana o en la Iglesia? ¿No parecemos, muchas veces, gente extraña?2. Pero también aquí tropezamos con una dificultad inevitable: si para la salvación no hay más puerta que Jesús, ¿no es eso condenar a la gran mayoría de la humanidad? ¿No es eso tanto como despreciar a quienes tienen otras creencias o han nacido en otras culturas con sus religiones? Jesús termina diciendo: "Yo he venido para que tengan vida". En los evangelios no consta que Jesús fundara una religión. Lo que Jesús quiso es que todos tengamos vida. Una vida plenamente humana y feliz. Jesús es la puerta, el acceso, a todas las religiones o proyectos de vida que hacen que este mundo sea más humano y más habitable. Por eso, y solo por eso Jesús puede ser el acceso a la plenitud total de la vida.
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