LECTURAS Y HOMILIA (Justino) en audio
Imagen en catacumbas de Santa Priscila, siglo III
1. En un pueblo de cultura agraria, como lo fue Israel, los rebaños y sus pastores tuvieron siempre una notable importancia práctica y una significación simbólica. El título de Pastor' se aplica con frecuencia a Dios, como el Pastor fiel que cuida del pueblo. Por el contrario, los reyes y gobernantes son denunciados por los profetas como pastores infieles, egoístas y perversos. Impresiona leer el capítulo 34 de Ezequiel o las diatribas de Jeremías (2, 8; 3, 15; 10, 21, etc).
2. Jesús se define a sí mismo como el "Pastor bueno". El contraste no es el "pastor malo", sino el "mercenario». La diferencia está en que el "bueno" se define por la ausencia absoluta de interés, hasta el extremo de que, si es preciso, se deja quitar la vida, con tal que las ovejas no se vean amenazadas, en peligro, divididas o dispersas. Lo más opuesto a Jesús es un "mercenario", al que Jesús califica como un "asalariado". Cuando en el pastoreo, corno figura simbólica, entran los intereses del dinero, el sueldo, el cargo, el ascenso, el buen nombre, la buena imagen que se tiene ante la gente, ya tenemos un "mercenario", que puede estar en formación, en ascenso o en altos cargos de mucha responsabilidad. Ese, aunque ni se dé cuenta de lo que hace, lo que en realidad hace es "estragos". Porque lo que le importa no son las ovejas, sino otras cosas.
3. En tiempo de Jesús, los pastores tenían mala fama. El oficio de pastor estaba en las listas de "oficios despreciados". Porque tenían fama de tramposos y ladrones (J. Jeremias). El contraste es Jesús, que considera a las ovejas como algo tan suyo, que por ellas se deja la vida. Es más, también siente como suyas las "otras ovejas» que llenan el ancho mundo.
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