4º Cuaresma - sábado

EVANGELIO EN AUDIO: Juan 7, 40-53

1. El enfrentamiento de los jefes religiosos y de los fariseos contra Jesús va en aumento. De forma que la tensión, la división y la crispación llegan a la gente sencilla (óchlos), al pueblo humilde y de más baja condición. Nadie se preguntaba si Jesús tenía que morir porque eso era lo que Dios quería, porque así salvaría al mundo, porque Dios estaba ofendido por nuestros pecados... Lo que allí se planteaba era si tenían razón los dirigentes religiosos; o si quien tenía la razón era Jesús.

2. 
Con Jesús estaba el pueblo. Contra Jesús estaban los "hombres de la religión". Los argumentos del pueblo eran que Jesús es el Mesías, es el Profeta, es decir, argumentos positivos. Los argumentos de los dirigentes religiosos eran que el Mesías no podía venir de Galilea, que de Galilea no podía salir un profeta, que el pueblo no conocía la ley religiosa y que además el pueblo estaba maldito. Es decir, los argumentos de los entendidos en religión eran negativos y de profundo desprecio hacia la pobre gente.

3. 
Ni siquiera se tuvo en cuenta la justa advertencia de Nicodemo: ¿es que se puede condenar a alguien sin oírlo y sin darle ocasión de defenderse? La historia se repite: los que tienen poder, y más si se trata de poder religioso, siempre se creen en posesión de la verdad y con razones para condenar a quien no se somete a ellos. Jesús vivió en sus carnes esta dolorosa historia.

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