Evangelio en audio: Lc.15 1-3.11-32
1. La parábola del "hijo perdido"
no habla de la "conversión del pecador", sino del "regreso del hambriento".
Lo que el hijo extraviado sintió no fue la culpa del
pecador, sino el
hambre del
pobre. Y esto es lo que le motivó a volver a su padre. La explicación que da el
hijo al padre: "He pecado contra el cielo y contra ti" era la fórmula
que se usaba entre los judíos para encontrar acogida (G. Lohfink).
2. Lo que la parábola quiere enseñar es que
hay dos imágenes de Dios: 1) El
Dios de los fariseos, retratado en la relación del hijo mayor
con el padre; 2) El Dios
de Jesús, retratado
en la experiencia que vivió el hijo menor. Por eso hay dos espiritualidades: 1) La espiritualidad
del fariseo, que
se ve mejor que el otro y lo desprecia; 2) La espiritualidad del perdido, que se ve como un perdido, como el
último, y por eso no puede despreciar a nadie. La clave de la espiritualidad
está en el Dios en el que creemos. El Dios de Jesús siempre acoge al perdido,
no le reprocha nada y se limita a abrazarlo, besarlo y convertir su vida en
una fiesta.
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