5 DE ABRIL-MARTES 2* SEMANA DE PASCUA

Jn3,5a-7b-15
En aquel tiempo, dijo Jesús a Nicodemo: "Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de dónde viene ni a dónde va. Así es todo el que ha nacido del Espíritu. Nicodemo le preguntó: "¿Cómo puede suceder eso?". Le contestó Jesús: "Y tú, el maestro de Israel, ¿no lo entiendes? Te lo aseguro, de lo que sabemos hablamos, de lo que hemos visto damos testimonio. Si no creéis cuando os hablo de la tierra, ¿cómo creeréis cuando os hable del cielo? Porque nadie ha subido al cielo, sino el que bajó del cíelo, el Hijo del hombre".

  1. Nicodemo era un fariseo y dirigente de la religión de Israel. Sin duda, era un hombre de buena voluntad, que buscaba el bien. Y por eso, porque era, al mismo tiempo, dirigente religioso y hombre que quería ir por la vida haciendo el bien, lo más probable es que se veía a sí mismo como un hombre contradictorio. Un hombre que predicaba una cosa y hacía en su vida lo contrario. En las altas esferas del poder religioso, armonizar el "poder" y la "bondad" no debe ser cosa fácil.
  2. Y lo más complicado de todo sería seguramente vivir en libertad y hacer lo que uno piensa que puede y debe hacer. De ahí que Nicodemo no fuera un hombre libre. Por eso fue en busca de Jesús. Pero fue a ver a Jesús cuando era de noche (Jn 3,2). Ir a ver a alguien en la oscuridad de la noche significa hacer eso en la clandestinidad, ocultamente, como el que hace algo malo. ¡Qué distinto este encuentro con Jesús de los numerosos encuentros de la gente sencilla, que buscaba a Jesús! Los enfermos, los pobres, los pecadores.... estas gentes no acudían de noche a ver a Jesús. Lo buscaban incluso cuando estaba prohibido, como cuenta el evangelio de Lucas a propósito de los enfermos que le buscaban (Le 13,14).
  3. Por eso Jesús le dice a Nicodemo que tiene que nacer otra vez, nacer"de nuevo". O sea, tiene que romper con todo el lastre de miedos y esclavitudes, que le ha impuesto la religión y el cargo que tiene en ella. Y tiene que dejarse llevar por "el viento", que es el "espíritu", el pneuma, que es libertad. ¿Quién puede atar el viento? ¿Quién puede dirigirlo? ¿Quién le puede poner puertas, no al campo, sino al viento del cielo? Así tiene que ser el que "nace de lo alto". ¿Por qué nos da tanta seguridad, tanta tranquilidad y tanta confianza la cadena que nos ata a la norma, a la costumbre, a lo que hacen los que mandan...? Mientras andemos en esas y con esas, ni nos enteramos de lo que nos dice el Evangelio, ni conocemos a Jesús, ni sabemos a dónde vamos por la vida. Jesús nos quiere libres como el viento. Así, solamente así, seremos "hombres y mujeres de espíritu".

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