Jn8,21-30
En
aquel tiempo, dijo Jesús a los fariseos: "Yo me voy y me
buscaréis, y moriréis por vuestro pecado. Donde yo voy no podéis
venir vosotros". Y los judíos comentaban: "¿Será que va
a suicidarse, y por eso dice "donde yo voy no podéis venir
vosotros?" Y él continuaba: "Vosotros sois de aquí abajo,
yo soy de allá arriba: vosotros sois de este mundo, yo no soy de
este mundo. Con razón os he dicho que moriréis por vuestros
pecados". Ellos le decían: "¿Quién eres tú?" Jesús
les contestó: "Después de todo, ¿para qué seguir hablándoos?
Podría decir y condenar muchas cosas en vosotros; pero el que me
envió es veraz y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él".
Ellos no comprendieron que les hablaba del Padre. Y entonces dijo
Jesús: "Cuando levantéis al Hijo del Hombre sabréis que yo
soy, y que no hago nada por mi cuenta, sino que hablo como el
Padre me ha enseñado. El que me envió está conmigo, no me ha
dejado solo, porque yo hago siempre lo que le agrada" Cuando les
exponía esto, muchos creyeron en él.
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Esta reflexión, que el IV evangelio pone en boca de Jesús, es una reflexión teológica que explica y profundiza los textos del mismo evangelio de Juan en los que se afirma que Jesús es la revelación de Dios. En otras palabras, lo que aquí se afirma es que en Jesús, en su persona y su forma de vida, en su conducta y en su enseñanza, es donde y en quien se nos da a conocer Dios mismo. Esto es lo que contienen textos tan fundamentales como en realidad son Jn 1,18 y 14,8-11.
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¿Qué significa todo esto? El problema que aquí se plantea y al que este evangelio pretende dar respuesta, se centra en esto. Conocer a Dios y hablar de Dios, ha sido siempre un asunto extremadamente complicado y difícil de aclarar. Porque Dios es, por definición, el Trascendente. Es decir, Dios no está a nuestro alcance, ni a nosotros nos es posible entenderlo, saber quién es y cómo es, conocer lo que piensa y lo que quiere. ¿Dónde, cómo y en quién nos enteramos de todo eso? En la revelación de Dios, que es Jesús. El hombre Jesús de Nazaret. En su vida, sus costumbres, sus preferencias..., ahí y en eso es donde se nos revela Dios.
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Por eso, Jesús dijo: "yo soy de allá arriba"... "yo no soy de este mundo"... "el que me envió es veraz y yo comunico al mundo lo que he aprendido de él". A lo que el mismo Jesús añade la afirmación más honda y fuerte: "Cuando levantéis al Hijo del Hombre sabréis que yo soy". Jesús fue "levantado" por los judíos cuando fue crucificado (cf. Jn 3,14). Y fue entonces, en el hundimiento total de su fracaso, dónde, cuándo y cómo Dios -el Dios de Jesús- se dio a conocer. La expresión "yo soy"es la definición que Dios da de sí mismo en Ex 3,14. Que no es una definición ontológica (G. Von Rad), el "ser" de Dios, sino que es una definición histórica, cómo "actúa" Dios (B. Welte). Dios actúa fracasando en la cruz. Y así, como Yahvé con Israel, libera a las víctimas de la esclavitud.
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