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DE FEBRERO-VIERNES 2a
SEMANA DE CUARESMA
Mt
21, 33-43.45-46
En
aquel tiempo, dijo Jesús a la multitud de los judíos y a los sumos
sacerdotes esta parábola: "Había un propietario que plantó
una viña, la rodeó con una cerca, cavó en ella un lagar, construyó
la casa del guarda, la arrendó a unos labradores y se marchó de
viaje. Llegado el tiempo de la vendimia, envió a sus criados a los
labradores para percibir los frutos que le correspondían. Pero ios
labradores, agarrando a los criados, apalearon a uno, mataron a otro,
y a otro lo apedrearon. Envió de nuevo a otros criados, más que la
primera vez, e hicieron con ellos lo mismo. Por último, les mandó a
su hijo, diciéndose: "Tendrán respeto a mi hijo". Pero
los labradores, al ver al hijo se dijeron: "Este es el heredero:
venid, lo matamos y nos quedamos con su herencia" Y,
agarrándolo, lo empujaron fuera de la viña y lo mataron. Y ahora,
cuando vuelva el dueño de la viña, ¿qué hará con aquellos
labradores?" Le contestaron: "Hará morir de mala muerte a
esos malvados y arrendará la viña a otros labradores que le
entreguen sus frutos a su tiempo". Y Jesús les dice: "¿No
habéis leído nunca en la Escritura: "La
piedra
que desecharon ios arquitectos es ahora la piedra angular. Es el
Señor quien lo ha hecho; ha sido un milagro patente?" Por eso
os digo que se os quitará a vosotros el Reino de los Cielos y se
dará a un pueblo que produzca sus frutos" Los sumos sacerdotes
y los fariseos, al oír sus palabras, comprendieron que hablaba por
ellos. Y aunque buscaban echarle mano, temieron a la gente que lo
tenía por profeta.
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La religión apasiona y ciega a no pocos de sus adeptos. Sobre todo cuando se trata de quienes en la religión tienen mando, poder y prestigio. En tales personas, el peligro de caer en el fanatismo es frecuente. Y, además, el que padece eso no se suele dar cuenta de lo que le pasa. Por eso Jesús se atrevió a decirles, a los sacerdotes del poder y a los fariseos de la observancia, que eran ladrones y asesinos. Además, les dijo esto ante "la multitud" (Mt 21, 33). Es muy duro hacer semejante afirmación en público refiriéndose a las supremas autoridades religiosas.
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¿Porqué se atrevió Jesús a llegar hasta un juicio tan severo, hablando precisamente de los hombres "más sagrados" y los fieles "más piadosos"? Porque vio, con toda claridad, que aquellos hombres se relacionaban con la religión "como propietarios". Es decir, consideraban la institución religiosa como "su propia finca". Una propiedad que defendían con tanta pasión, que incluso maltrataban o le quitaban la vida a quien fuera necesario, con tal de seguir mandando, ganando, viviendo con las ventajas y la capacidad de decisión que tiene todo propietario.
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Sin duda alguna, Jesús vio, en este comportamiento de los dirigentes religiosos, el máximo peligro para la causa de la religión. Y para la causa de Dios. El profesional de la religión, con demasiada frecuencia y sin darse cuenta de lo que realmente hace, se puede comportar (y se comporta) como el dueño de la finca: decide, impone, manda, prohibe, maltrata a quien le estorba en sus planes... Es la historia de entonces, que sigue y seguirá adelante, mientras la religión siga siendo"como la propiedad" de sus dirigentes.
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