Castillo MIERCOLES 1º semana cuaresma-C

Lc 11,29-32
En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y él se puso a decirles: "Esta generación es una generación perversa. Pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás. Como Jonás fue un signo para los hombres de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación. Cuando sean juzgados los hombres de esta generación, la reina del Sur se levantará y hará que los condenen; porque ella vino desde los confínes de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón, y aquí hay uno que es más que Salomón. Cuando sea juzgada esta generación, los hombres de Nínive se alzarán y harán que los condenen; porque ellos se convirtieron con la predi­cación de Jonás, y aquí hay uno que es más que Jonás".
1. Los verdaderos profetas de todos los tiempos han tenido enemigos. Porque el profeta es siempre una persona incómoda, molesta, inquietante. Pero ocurre que los enemigos de los profetas, al no tener razones verdaderas y de peso, para oponerse al profeta, lo que hacen es echar mano del insulto y la mentira, para desprestigiar al hombre o la mujer que les resulta molesto y hasta insoportable. El Evangelio es, en resumen, la historia del enfrentamiento de gentes malvadas ("esta generación", "geneáaute") (Le 11,29; Mt 12,39) con el profeta definitivo, que fue Jesús. De ahí, la cantidad de improperios, mentiras y amenazas que Jesús tuvo que soportar. Hasta el final de sus días.
2. ¿Cómo reacciona Jesús ante sus adversarios? No se calla. Pero su respuesta no es contestara la ofensa con otra ofensa. Téngase en cuenta que las expresiones "gene­ración malvada, apóstata o adúltera" provienen de la literatura apocalíptica judía (Hen 93, 9; Ha 2,6 s; Jub 23,16 ss). Lo que hace pensar que probablemente se trata de expresiones que introdujo el redactor, no afirmaciones que hizo Jesús. Nunca es bueno ofender al que me ofende. Ni mentir al que me miente. Eso no resuelve nada. Y lo que hace es rebajarme a mí a la altura de un malvado, de un apóstata o un adúltero.
3. Entonces, ¿qué respondió Jesús a quienes se le enfrentaban? Les puso dos ejem­plos de personajes admirados: Jonás y Salomón. Y les dijo: ¿queréis una señal divina? Pues aquí la tenéis. ¿Dónde? ¿En qué? En lo que estáis viendo y oyendo: la forma de vida que llevó Jesús. Eso era más elocuente que todo lo que hizo Jonás y más prodigioso que toda la grandeza del rey Salomón. O sea, lo más grande es vivir como vivió Jesús.

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