Mc
6,1-6
En
aquel tiempo, fue Jesús a su tierra en compañía de sus discípulos.
Cuando llegó el sábado, empezó a enseñar en la sinagoga: la
multitud que lo oía se preguntaba asombrada: "¿De dónde saca
todo esto? ¿Qué sabiduría es esa que le han enseñado? ¿Y esos
milagros de sus manos? ¿No es este el carpintero, el hijo de María,
hermano de Santiago y José y Judas y Simón? Y sus hermanas, ¿no
viven con nosotros aquí? Y desconfiaban de él. Jesús les decía:
"No desprecian a un profeta más que en su tierra, entre sus
parientes y en su casa". No pudo hacer allí ningún milagro,
solo curó algunos enfermos imponiéndoles las manos. Y se extrañó
de su falta de fe. Y recorría los pueblos de alrededor enseñando.
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Es evidente que, según los evangelios, los vecinos de Nazaret no tuvieron buenas relaciones con Jesús. Esto queda patente en este relato. Y también en Mateo y Lucas (Mt 13, 53-58; Lc 4,16-30). Incluso en el evangelio de Juan, las referencias a Nazaret y los parientes de Jesús no son precisamente elogiosas (Jn 1,46; 7, 3-5). Ya Plutarco, mucho antes que los evangelios, había dicho que las personas más sensibles y más sabias son poco estimadas en sus propias ciudades de origen" (De Exilio, 604D). ¿Es esto lo que ocurrió en el caso de Jesús?
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Según Marcos, Jesús era consciente de que él era un profeta y, como tal, se veía despreciado entre los suyos (Me 6,4; cf. 2 Cr 24,19; 36,15-16; Neh 9, 26; Jub 1,12). Un tema que se recuerda en el N.T. (Mt 5,12; Le 6, 23; Mt 23,37; Le 13, 33-34; Hech 7, 52; 1 Tes 2, 15) (Joel Marcus). Según lo que da de sí la condición humana, este desprecio es una de las experiencias más duras que tuvo que soportar Jesús.3. Pero en este relato hay algo de más graves consecuencias. El primero de los hermanos de Jesús, que aquí se menciona, es Santiago, que traduce el nombre del patriarca Jacob, el padre de las doce tribus de Israel (E. Lohmeyer). Este Santiago fue uno de los dirigentes más destacados en la Iglesia naciente, en Jerusalén (Gal 1,19). Y Pablo lo reconoce como una de las"columnas"de la Iglesia (Gal 2,9) (W. Pratscher). Pues bien, en el primer conflicto serio que se produjo en la Iglesia, al tener que fijar cómo tenían que vivir el Evangelio los gentiles (Hech 15), Santiago se puso de parte de los más conservadores y se enfrentó a Pedro, poniéndose de parte de Pablo (Gal 2,12-14) (J. D. G. Dunn). Este "hermano de Jesús" nunca comprendió la originalidad del Evangelio frente al integrismo religioso. Jesús fue ya en Nazaret, y sigue siéndolo hoy, desconcertante.
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