Mt
16,13-19
En
aquel tiempo, llegó Jesús a la región de Cesárea de Felipe y
preguntaba a sus discípulos: "¿Quién dice la gente que es el
Hijo del Hombre?" Ellos contestaron: "Unos que Juan
Bautista, otros que Elias, otros que Jeremías o uno de los
profetas". Él les preguntó: "Y vosotros, ¿quién decís
que soy yo?" Simón Pedro tomó la palabra y dijo: "Tú
eres el Mesías, el Hijo de Dios vivo" Jesús le respondió:
"¡Dichoso tú, Simón, hijo de Jonás! Porque eso no te lo ha
revelado nadie de carne y hueso, sino mi Padre que está en el cielo.
Ahora te digo yo: Tú eres Pedro, y sobre esta piedra edificaré mi
Iglesia, y el poder del infierno no la derrotará. Te
daré las llaves del Reino de los Cielos. Lo que ates en la tierra,
quedará atado en el cielo, y lo que desates en la tierra, quedará
desatado en el cielo".
1.Lo
importante, en esta festividad litúrgica y en el momento histórico
que está viviendo la Iglesia, no es tanto precisar -una vez más- el
significado de este evangelio, sino más bien tomar conciencia
de lo que esta celebración y este texto evangélico nos vienen a
decir en la situación que vivimos. Es un hecho que el actual obispo
de Roma, el papa Francisco, está cambiando el modo de ejercer el
papado en la Iglesia. Y lo está haciendo de forma que este nuevo
papa, al tiempo que ejerce una enorme atracción sobre los pobres y
los que sufren, produce un más o menos disimulado rechazo en los
ambientes más conservadores y clericales.
2.
Aunque es cierto que la fiesta de la "Cátedra de Pedro"se
celebraba ya a mediados del s. IV (así consta en la Depositio
Martyrum), no
es menos verdad que la Iglesia, hasta el s. X, fue una Iglesia
sinodal. Es decir, una Iglesia que reconocía el primado del obispo
de Roma, pero que era gobernada por los sínodos nacionales o
regionales. O sea, era una Iglesia menos concentrada en la "Cátedra
de Pedro". Y más participativa. Lo que no rompía la unidad de
la Iglesia. Cada sínodo (nacional o regional) empezaba por afirmar
su comunión con toda la Iglesia. Lo mismo que el papa se sentía
ligado por los cánones de los sínodos (cf. Hincmaro, Benedictus
Levita, san Bonifacio, san Isidoro de Sevilla. Cf. K. H. Morrison. Y.
Congar).
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