Lc
4,1-13
En
aquel tiempo, Jesús, lleno del Espíritu Santo, volvió del Jordán,
y durante cuarenta días, el Espíritu lo fue llevando por el
desierto, mientras era tentado por el diablo. Todo aquel tiempo
estuvo sin comer, y al final sintió hambre. Entonces el diablo le
dijo: "Si eres el Hijo de Dios, dile a esta piedra que se
convierta en pan". Jesús le contestó: "Está escrito: No
solo de pan vive el hombre" Después, llevándole a lo alto, el
diablo le mostró en un instante todos los reinos del mundo, y le
dijo: "Te daré el poder y la gloria de todo eso, porque a mime
lo han dado y yo lo doy a quien quiero. Si tú te arrodillas delante
de mí, todo será tuyo". Jesús le contestó: "Está
escrito: "Al Señor tu Dios adorarás y a Él solo darás
culto". Entonces lo llevó a Jerusalén y lo puso en el alero
del templo y le dijo: "Si eres Hijo de Dios, tírate de aquí
abajo, porque está escrito: "Encargará a los ángeles que
cuiden de ti; y también: "Te sostendrá en sus manos, para que
tu pie no tropiece en las piedras" Jesús le contestó: "Está
mandado: "No tentarás al Señor tu Dios". Completadas las
tentaciones, el demonio se marchó hasta otra ocasión.
1.
No vale la pena discutir si lo que aquí se cuenta, sucedió tal y
como lo presenta el evangelio de Lucas. Está demostrado que no es un
hecho histórico. Es la lección magistral que todos necesitamos para
vivir con la dignidad que de nosotros demanda la humanidad
entera. Como es bien sabido, fue Fedor Dostoievski el que ha llegado
a tocar el fondo del problema que aquí se plantea. Y el que lo ha
sabido decir de forma genial. Así quedó redactado en el cap. 5o,
del Libro V, de Los Hermanos Karamazov.
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En definitiva -viene a decir Dostoievsky- el asunto determinante, que está en juego en nuestras vidas, es el problema de la libertad. Es lo que el Inquisidor le dijo a Jesús: "Quieres ir por el mundo con las manos vacías, predicando una libertad que los hombres... no pueden soportar; una libertad que los atemoriza, pues no hay ni ha habido jamás nada más intolerable para el hombre y la sociedad que ser libres". Es más, añade poco después el mismo Inquisidor: "no hay para el hombre libre cuidado más continuo y acuciante que el de hallar un ser al que prestar acatamiento".
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Y el problema que hoy tenemos, en la cultura del capitalismo neoliberal, consiste en que el poder"no se ocupa directamente del individuo; por el contrario, se ocupa de que el individuo actúe de tal modo que reproduzca por sí mismo el entramado de dominación que es interpretado por él como libertad". Es, en definitiva, la convergencia entre libertad y explotación en la forma de auto-explotación"(Byung-Chul Han). En esto consiste la nueva técnica del poder: cuando pensamos que somos más libres que nunca, en realidad somos más esclavos que los esclavos más sumisos. La tecnología nos ha sometido por completo.
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