Jn 20,11-18
En aquel tiempo, estaba María junto al
sepulcro, fuera, llorando. Mientras lloraba se acercó al sepulcro y vio dos
ángeles vestidos de blanco, sentados, uno a la cabecera y otro a los pies donde
había estado el cuerpo de Jesús. Ellos le preguntan: "Mujer, ¿por qué
lloras?" Ella les contesta: "Porque se han llevado a mi Señor y no sé
dónde ¡o han puesto". Dicho esto, da media vuelta y ve a Jesús de pie,
pero no sabía que era Jesús. Jesús le dice: "Mujer, ¿por qué lloras?, ¿a
quién buscas?" Ella, tomándolo por el hortelano, le contesta: "Señor,
si tú te lo has llevado, dime dónde lo has puesto y yo lo recogeré". Jesús
le dice: "¡María!". Ella se vuelve y le dice: "Rabboni"
(que significa Maestro). Jesús le dice: "Suéltame, que todavía no he
subido al Padre. Anda, ve a mis hermanos y diles: Subo al Padre mío y Padre
vuestro, al Dios mío y Dios vuestro". María Magdalena fue y anunció a los
discípulos: "He visto al Señor y ha dicho esto".
1. Lo más importante que contienen los
relatos de la resurrección es que muestran que la vida y la presencia de Jesús,
en este mundo y en esta vida, no se acabó con la muerte en la cruz. De Jesús
no nos queda solo la memoria de sus enseñanzas y el ejemplo de su vida. Además
de eso, nos queda sobre todo su presencia. Por su Encarnación, Dios, en el
hombre Jesús de Nazaret, se fundió y se confundió con lo humano. Por su
Resurrección, Jesús prolonga su presencia en cada ser humano, hasta el fin de
los tiempos. La cristología tradicional (descendente) tenía su centro en la
Encarnación. La cristología moderna (ascendente) tiene su centro en la
Resurrección. El centro está en el hombre Jesús, en el que Dios se encarna y se
revela (Encarnación) y que fue constituido Hijo de Dios, siendo para siempre
el Viviente (Resurrección).
2.
En la vida de Jesús, ocuparon un lugar de singular importancia las
mujeres. Ellas le acompañaron (Le 8, 2-3). Se dejó besar, tocar y perfumar por
ellas (Le 7, 36-50; Jn 12,3). Siempre las comprendió, las disculpó, les
devolvió su dignidad (Jn 8,1 -11; Me 5,25-34). Y en los relatos de Pascua, las
primeras apariciones del Resucitado son para las mujeres, de forma que ellas
fueron las primeras que anunciaron que Jesús, el Señor, está vivo entre
nosotros.
3. Es un dolor que en la Iglesia, desde sus
orígenes en las comunidades que fundó Pablo, el puritanismo helenista ha tenido
(y sigue teniendo) más fuerza que la presencia del Resucitado. Y lo peor de
todo es que este puritanismo ha impregnado la cultura de Occidente en forma,
sobre todo, de marginación, exclusión y hasta desprecio de la mujer. Es
evidente que la miseria del puritanismo no tiene nada que ver con la memoria
del Resucitado. Para el Resucitado, lo primero fueron
las mujeres, mientras que, para muchos ahora, son lo último.
Comentarios
Publicar un comentario