Jn
3,1-8
Había un fariseo llamado Nicodemo, jefe
judío. Fue a vera Jesús de noche y le dijo: "Rabí, sabemos que has venido
departe de Dios, como maestro; porque nadie puede hacer los signos que tú
haces si Dios no está con él". Jesús le contestó: "Te aseguro, el que
no nazca de nuevo, no puede ver el Reino de Dios". Nicodemo le pregunta:
"¿Cómo puede nacer un hombre siendo viejo? ¿Acaso puede por segunda vez
entrar en el vientre de su madre y nacer?" Jesús le contestó: "Te
aseguro, el que no nazca de agua y de Espíritu, no puede entrar en el Reino de
Dios. Lo que nace de la carne es carne, lo que nace del Espíritu es espíritu.
No te extrañes de que te haya dicho: Tenéis que nacer de nuevo; el viento sopla
donde quiere y oyes su ruido, pero no sabes de donde viene ni adonde va. Así es
todo el que ha nacido del Espíritu".
1. "Nacer de nuevo" es "ser una
persona distinta" A veces, encontramos personas que dicen: "si yo
naciera de nuevo, viviría de otra forma distinta, sería diferente, haría o
dejaría de hacer tal o cual cosa" Por tanto, lo que Jesús le dijo al
fariseo Nicodemo es que su vida tenía que cambiar de tal forma, que quien lo
viera lo tendría por otra persona, como si viera a otro hombre. Y conste que
Nicodemo fue siempre un hombre honrado (Jn 7,50; 19,39). Pues incluso a este
hombre Jesús le pide que cambie como si viniera de nuevo a este mundo.
2. ¿En qué tendría que cambiar? Jesús no le
pide que deje de pertenecer al partido de los fariseos. Ni que cambie en tal o
cual cosa. Lo que le pide es que sea un hombre "de espíritu". ¿Qué es
eso? "Espíritu" traduce la palabra griega "pneuma", que significa "viento" Por tanto Jesús le pide a Nicodemo que sea como el viento, que "no sabes de dónde viene ni a dónde
va". Por
tanto, lo que Jesús le pide a Nicodemo es que sea libre, es decir, que, como el
viento, no esté atado a nada ni a nadie.
3. Jesús no le dice a Nicodemo que haga
siempre lo que le dé la gana. Porque eso no es libertad. Los que tienen
adicción a algo, cuando satisfacen su adicción, hacen lo que les da la gana.
Pero no son libres. Son esclavos de su adicción. La libertad, que pide Jesús,
brota del espíritu. Es libertad al servicio de la misericordia, algo tan
desconocido e infrecuente que nadie sabe "ni de dónde viene ni a dónde
va".
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