Lunes 5ª semana de cuaresma



Jn8,1-11
En aquel tiempo, Jesús se retiró al monte de los Olivos. Al amanecer se presentó de nuevo en el templo y todo el pueblo acudía a él y, sentándose, les enseñaba. Los letrados y los fariseos le traen a una mujer sorprendida en adulterio y, colocándola en medio, le dijeron: "Maestro, esta mujer ha si­do sorprendida en flagrante adulterio. La ley de Moisés nos manda apedrear a las adúlteras: tú ¿qué dices?" Le preguntaban esto para comprome­terlo y poder acusarlo. Pero Jesús, inclinándose, escribía con el dedo en el suelo. Como insistían en preguntarle, se incorporó y les dijo: "El que esté sin pecado, que tire la primera piedra". E inclinándose otra vez, siguió escribiendo. Ellos, al oírlo, se fueran escabullendo uno a uno, empezando por los más viejos, hasta el último. Y quedó solo Jesús, y la mujer en medio de pie. Jesús se incorporó y le preguntó: "Mujer, ¿dónde están tus acusado­res?, ¿ninguno te ha condenado?" Ella contestó: "Ninguno, Señor". Jesús dijo: "Tampoco yo te condeno. Anda y en adelante no peques más".
1.  Este relato no fue escrito por el autor del IV Evangelio. No se encuentra ni en los papiros ni en los códices principales. Y el vocabulario que aquí se utiliza no corresponde al del resto de este evangelio. Los autores cristianos de habla griega, que comentaron el evangelio de Juan, no explicaron este texto hasta el s. XII. No se sabe quién lo redactó y cuando se introdujo en el Evangelio. La Iglesia lo ha aceptado como re­lato auténtico de la vida de Jesús.
2.  Jesús se puso siempre de parte de las mujeres, en una sociedad en la que los hombres, aunque fueran adúlteros, podían (y debían) matar a las adúlteras (Lv 20,10; Dt 22,22 s). Cuando a Jesús le plantearon el caso flagrante de una adúltera, su respuesta fue actuar de forma que, en realidad, lo que hizo fue despenalizar el adulterio. Además, no le reprochó nada a la mujer y la perdonó sin más. Para que ella se sintiera en paz con su conciencia y pudiera recuperar el sentido de su dignidad.
3.  Con frecuencia, los "hombres de la religión" pretenden que los "pecados" sean además "delitos". Es lo que ocurre en las sociedades en las que "lo religioso"y"lo laico"no están debidamente separados y se interfieren mutuamente. Además, en este tipo de situaciones, se produce con frecuencia el caso de personas que se ven abocadas a llevar una "doble vida".

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