Mc 9,2-10
En aquel tiempo, Jesús se llevó a Pedro,
a Santiago y a Juan, subió con ellos solos a una montaña alta, y se transfiguró
delante de ellos. Sus vestidos se volvieron de un blanco deslumbrador, como no
puede dejarlos ningún batanero del mundo. Se les aparecieron Elias y Moisés
conversando con Jesús. Entonces Pedro tomó la palabra y le dijo a Jesús:
"Maestro, ¡qué bien se está aquí! Vamos a hacer tres chozas, una para ti,
otra para Moisés y otra para Elias". Estaban asustados y no sabía lo que
decía. Se formó una nube que los cubrió y salió una voz de ¡a nube: "Este
es mi Hijo amado; escuchadlo". De pronto, al mirar alrededor, no vieron a
nadie más que a Jesús, solo con ellos. Cuando bajaban de la montaña, Jesús les
mandó: "No contéis a nadie lo que habéis visto hasta que el Hijo del
Hombre resucite de entre los muertos". Esto se les quedó grabado y
discutían qué quería decir aquello de resucitar de entre los muertos.
1. Está claro que este retato, en el segundo
domingo de cuaresma, apunta claramente a la resurrección de Jesús. El relato
lo sugiere al presentar a Jesús transfigurado, deslumbrante. Y el mismo Jesús
hace referencia expresa a su propia resurrección de entre los muertos. Estamos,
por tanto, ante un evangelio de vida que trasciende la muerte y pretende
mantener viva la esperanza. Además, la palabra del Padre dijo muy claro, desde
la nube, que escucharan solo a Jesús. Lo que era dar las máximas garantías de
credibilidad a lo que Jesús iba a decir a los discípulos.
2. Pero el relato termina diciendo que ellos
no se enteraron de lo que Jesús les anunció. Por eso discutían qué quería decir
aquello. No era la primera vez, ni la última, que los discípulos se atascaban
ante el anuncio de la resurrección. Siempre que, según parece, Jesús les
anunció este desenlace final {Mt 16,21; Mc 14,28; Lc 9, 22; Mc 8, 31; 9,8-10;
9, 31) no se enteraron ni supieron de qué hablaba, ni aquello les sirvió de
motivo para la esperanza. Prueba de ello es que, según los relatos de las
apariciones del Resucitado, los discípulos se resistieron a creer que aquello
era verdad.
3. La transfiguración es el anticipo de algo
que a muchos no nos acaba de entrar en la cabeza: la vida de Jesús no es un
recuerdo de la historia pasada, sino que sigue presente en la historia nuestra,
en la historia de todos los tiempos. Porque Jesús es el Viviente, que trasciende el espacio y el tiempo.
Por eso ahora y siempre podemos seguir "escuchando" su palabra. Y por
eso no nos debe sorprender que nos resulte tan complicado entender lo que
quiere decir.
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