Mc 6, 53-56
En aquel tiempo, cuando Jesús y sus
discípulos terminaron la travesía, tomaron tierra en Genesaret, y atracaron.
Apenas desembarcados, algunos los reconocieron, y se pusieron a recorrer toda
la comarca; cuando se enteraba la gente dónde estaba Jesús, le llevaban los
enfermos en camillas. En la aldea o pueblo o caserío donde llegaba, colocaban a
los enfermos en la plaza y le rogaban que les dejase tocar al menos el borde
de su manto; y los que lo tocaban se ponían sanos.
1. La cumbre de este relato es el final, que
viene a ser como una conclusión de la actividad de Jesús y de su proyecto: Toda
la gente quería, por lo menos, poder tocar a Jesús. Y los que lo tocaban,
inmediatamente quedaban sanos. Aquellas gentes de la región de Genesaret, una
amplia llanura en la parte occidental del lago de Galilea, seguramente ni
creían en el mismo Dios, ni por tanto tenían la misma religión, que tenían los
judíos. Pero, como todos los humanos, tenían sus limitaciones, sus
enfermedades, sus anhelos de vivir y de felicidad. Y a todo esto es a lo que,
ante todo, responde Jesús. Los que le tocaban, al menos el manto de su ropa,
quedaban sanos.
2. El Evangelio, antes que un libro de
religión, es un proyecto de vida. Jesús es vida, que da vida a todo el que se acerca a él. Y así nos
enseña el camino para buscar y encontrar a Dios. A Dios se le encuentra donde
Dios está a nuestro alcance. Y eso se encuentra en todos los que sufren, en
quienes lo pasan mal. En ellos está Jesús. Y en ellos está, por tanto, el
centro de nuestra espiritualidad y de nuestra religiosidad.
3. Es una lástima que los estudiosos de los
evangelios dediquen casi todo su tiempo a precisar los detalles de cada relato:
dónde, cuándo, cómo, por qué y para qué sucedió lo que narran los evangelistas.
Todo eso es interesante. Pero no es lo importante. Lo que nos importa es la
forma de vida que nos humaniza a todos. Y que a todos nos lleva a Dios. Y esa
forma de vida no es otra cosa que la sintonía con el dolor humano, la sensibilidad
con los que sufren, la bondad con todos, sea cual sea su forma de pensar o de
vivir. Eso es lo que nos hace ser religiosos según Jesús y al estilo de Jesús.
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