Lc 9, 22-25
En aquel tiempo, dijo Jesús: "El
Hijo del Hombre tiene que padecer mucho, ser desechado por los ancianos, sumos
sacerdotes y letrados, ser ejecutado y resucitar al tercer día", Y
dirigiéndose a todos, dijo: "El que quiera seguirme que se niegue a si mismo,
cargue con su cruz cada día y se venga conmigo. Pues el que quiera salvar su
vida, la perderá; pero el que pierda su vida por mi causa, la salvará. ¿De qué
le sirve a uno ganar el mundo entero si se pierde o se perjudica a sí
mismo?".
1. El Padre del Cielo no quiere, en modo
alguno, que sus hijos sufran. Ni quiere que fracasen en la vida o que los
maten. El Padre, del que nos habló Jesús, es siempre bueno (Mt 5, 43-48). De
forma que se trata de un Padre que ni sabe, ni quiere, ni puede hacer el mal,
permitir el mal, ser causa de sufrimiento para sus hijos. El Padre de Jesús no
pudo querer el sufrimiento y la muerte en la cruz. Entonces, ¿cómo se explica
que Jesús pidiera a gritos escapar de aquella muerte (Heb 5,7) y al mismo
tiempo tuviera que añadir "hágase tu voluntad"? (Mt 25,39). ¿Cómo entender
que Dios "entregara a su Hijo a la muerte"? (Rm 8, 32).
2. Lo que el Padre-Dios quiso es que Jesús
se pusiera de parte de todos los que sufren por culpa de los que causan sufrimiento
a los demás. Los que tienen poder (económico, político, religioso...) causan
-con demasiada frecuencia- demasiado sufrimiento a los que carecen de poder.
Jesús se puso de parte de estos y fue víctima de aquellos. Por eso murió en la
cruz. Dios no quiere más sufrimiento que el que brota de la lucha contra el
sufrimiento.
3. En el Nuevo Testamento hay textos sobre
la muerte de Jesús que nos llevan a pensar en la teología judía del
"sacrificio" (Lv 17,11; Dt 12,23) y la "expiación" (Ex
29,36 s). Pero esa teología ya no vale para los cristianos. Porque Jesús murió
colgado de una cruz para enseñarnos una cosa fundamental y decisiva, a saber:
que "la
solidaridad y hacer el bien son los sacrificios que agradan a Dios" (Heb 13,16). Ya no se puede decir que "sin derramamiento de sangre no hay
perdón" (Heb 9,22).
El Padre de Jesús no es el "dios vampiro"que necesita sangre y dolor
para aplacarse y perdonar. La muerte de Jesús no fue un ajuste de cuentas
entre Dios y Dios. Fue el final de una vida para los demás. Solo eso es lo que nos salva a los
humanos.
Comentarios
Publicar un comentario