Mc 3,1-6
En aquel tiempo, entró Jesús otra vez en
la sinagoga y había allí un hombre con parálisis en un brazo. Estaban al
acecho, para ver si curaba en sábado y acusarlo. Jesús le dijo al que tenía la
parálisis: "Levántate y ponte altí en medio". Ya ellos les preguntó: "¿Qué está permitido en sábado?
¿Hacer ¡o bueno o lo malo? ¿Salvarle la vida a un hombre o dejarlo morir?"
Se quedaron callados. Echando en torno una mirada de ira y dolido de su
obstinación, le dijo al hombre: "Extiende el brazo". Lo extendió y
quedó restablecido. En cuanto salieron de la sinagoga, los fariseos se pusieron
a planear con los herodianos el modo de acabar con él
1. Aquí estalla (y comienza} el
enfrentamiento mortal entre la religión oficial y Jesús. Los hombres religiosos
más observantes, los fariseos, "estaban al acecho" para ver si curaba a algún enfermo precisamente cuando la religión
prohibía cualquier actividad incluso si tal actividad fuera curar a un lisiado
o a un enfermo. Y si curaba a alguien, denunciarlo. Cuando la religión antepone
sus normas a las personas, inevitablemente endurece el corazón de los hombres
religiosos, y los trastorna hasta el extremo de que quienes se someten, sin
crítica alguna, a los mandatos de la religión, van por la vida acechando al que
no hace lo que ellos quieren, denunciando al que no se les somete, y hasta
torturando y matando al que se pone de parte de la vida, antes que de parte de
la religión.
2. Jesús hace una pregunta tan fuerte como
provocativa: ¿Qué quiere la religión? ¿El bien o el mal? ¿Dar vida o matar? Una
pregunta que no tuvo respuesta. Si la religión antepone las verdades y las
normas religiosas a la vida plena y a la felicidad de las personas, la religión
(como los fariseos aquellos) no tiene nada que decir en este mundo. La religión
intransigente y tajante en su ortodoxia se queda muda ante los grandes
problemas de la vida y de los seres humanos. U-na religión así, solo sirve para
provocar la ira de Jesús.
3. Al hacer lo que hizo y al decir lo que
dijo, Jesús se jugó altí su propia vida. Desobedeció en público a los
dirigentes religiosos. Y los hombres de la religión (los fariseos) se pusieron
inmediatamente de acuerdo con los hombres de la política (los del partido de
Herodes) para matarlo. Ya estaba condenado a muerte. La profunda humanidad de
Jesús da vida. La torcida religiosidad de los fariseos da muerte. La religión
y la política se refuerzan mutuamente para imponerse a la vida y hasta acabar
con la vida, si eso es necesario para seguir ellos mandando.
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