Lunes 2ª durante el año-B

Mc 2,18-22
En aquel tiempo, los discípulos de Juan y los fariseos estaban de ayuno. Vinieron unos y le preguntaron a Jesús. "Los discípu­los de Juan y los discípulos de los fariseos ayunan. ¿Por qué los tuyos no?" Jesús les contestó: "¿Es que pueden ayunar los ami­gos del novio, mientras el novio está con ellos? Mientras tienen al novio con ellos, no pueden ayunar. Llegará un día en que se lleven al novio; aquel día sí que ayunarán. Nadie le echa un remiendo de paño sin remojar a un manto pasado; porque la pieza tira del manto -lo nuevo de lo viejo- y deja un roto peor. Nadie echa vino nuevo en odres viejos; porque revientan los odres; y se pierde el vino y los odres, a vino nuevo, odres nuevos".
1. Así como Jesús dio mucha importancia al hecho de que la comida compartida, la"comensalía" fuera respetada y no le faltase a quien la necesitaba, sobre todo a los pobres, de la misma manera no le dio importancia al ayuno, la priva­ción voluntaria de la alimentación por motivos religiosos. Por este motivo también, Jesús tuvo conflictos con la religión. El ayuno se basa en la convicción según la cual a Dios le agrada el sufrimiento humano. El ayuno expresa una fe que cree en un Dios-tirano, que se complace en la carencia y el hambre de los humanos. El hecho es que, por motivos reli­giosos, los seguidores de Juan y los fariseos estaban de ayuno, pensando que, al privarse de comer, agradaban a Dios.
2. Los judíos practicaban dos clases de ayunos. El ayuno obligatorio, que se hacía el día de la Expiación o Yom Kippur (Lev 16,29-31; 23,26-29) y los ayunos voluntarios adicionales, que expresaban la devoción de los más fieles a la religión. Tales ayunos eran programados por los rabinos y por los fariseos (Joel Marcus). El ayuno del que habla este evangelio era de los voluntarios. La postura de Jesús y sus discípulos indica que ni Jesús ni los que le seguían eran personas que ponían su religiosidad en estas prácticas y en estos ritos que solo sirven para sufrir uno mismo, sin utilidad para los de­más. Jesús pensaba que Dios no está más satisfecho cuando los humanos sufren. Jesús explica la conducta de sus dis­cípulos diciendo que están como cuando uno va a una boda. La boda, por lo que simboliza y en ella se goza, es la fies­ta de la vida. El ayuno, por lo que tiene de privación, es símbolo de muerte. Jesús está de parte de la vida, no de la muer­te.

3. Pero Jesús va más lejos. Con las dos imágenes, la del remiendo y la del vino en los odres, Jesús afirma que no se pue­de ir por la vida haciendo componendas, intentando una síntesis entre lo antiguo y lo nuevo. Lo antiguo es la religión de siempre, que impone ayunos y privaciones. Lo nuevo es el Evangelio, que se vive siendo feliz y contagiando felici­dad a los demás.

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