Jueves 3ª durante el año-B

Mc 4,21-25
En aquel tiempo, dijo Jesús a ta muchedumbre: "¿Se trae el candil para meterlo debajo del celemín o debajo de la cama, o pa­ra ponerlo en el candelero? Si se esconde algo, es para que se descubra; si algo se hace a ocultas, es para que salga a la luz. El que tenga oídos para oír que oiga". Les dijo también: "Atención a lo que estáis oyendo. La medida que uséis la usarán con vo­sotros, y con creces. Porque al que tiene se le dará, y al que no tiene se le quitará hasta lo que tiene".
1.  Jesús no quiere que sus discípulos hablen y vivan de forma que tengan cosas que ocultar. Cuando alguien dice o ha­ce cosas "que no se pueden saber" nos encontramos con una de estas dos posibilidades: o se trata de cosas perversas; o son cosas que interesa ocultar. En cualquier caso, el problema está en que la imagen pública no coincide con la reali­dad de lo que verdaderamente es esa persona. Entonces, el "parecer" se sobrepone al "ser". Y así. nos metemos de lleno en la hipocresía. O en la "doble vida".
2.  Jesús no tolera nada de eso porque, de la misma manera que él es luz (Mt 4,16), sus discípulos también han de ser­lo. Pero es claro que ni la hipocresía ni la doble vida iluminan a nadie. Es una pena la cantidad de cosas que las gentes religiosas tenemos que ocultar. Da vergüenza que haya tantas cosas que, si se supieran, serían motivo de la mayor ver­güenza. Porque serían expresión de la mayor desvergüenza.

3.  A juicio de Jesús, el que es tolerante, gozará de tolerancia. De la misma manera que el intolerante tendrá que sopor­tar la mayor intolerancia. Y aquí, para terminar esta meditación evangélica, es de suma importancia pensar que en la Iglesia hay demasiadas cosas que se ocultan, se tapan, y sobre ellas se impone silencio. Los escándalos de pederastía y abusos de menores han sido tantos y durando tanto tiempo porque las autoridades eclesiásticas imponían silencio, cuando en realidad se trataba, no ya de "pecados" (que Dios perdona), sino de "delitos (que se tienen que denunciar an­te los tribunales de justicia). Así, con buena voluntad, se le ha hecho mucho daño a criaturas inocentes y a la misma Iglesia.

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