Jn
1,29-34
Al día siguiente, al ver Juan a Jesús que
viene hacia él, exclama: "Este
es el Cordero de Dios, que quita el pecado del mundo. Este es aquel de quien yo
dije: "Tras de mi viene un hombre que está por delante de mí, porque
existía antes que yo. Yo no le conocía, pero he salido a bautizar con agua,
para quesea manifestado a Israel". Y Juan dio testimonio diciendo:
"He contemplado al Espíritu que bajaba del cielo como una paloma y se
posó sobre él Yo no le conocía, pero el que me envió a bautizar con agua me
dijo: "Aquel sobre quien veas bajar el Espíritu y posarse sobre él, ese es
el que ha de bautizar con Espíritu Santo. Y yo le he visto, y he dado
testimonio de que este es el Hijo de Dios".
1. Juan Bautista presenta a Jesús como el "cordero... que quita el pecado del
mundo". En
esta fórmula, Juan afirma que Jesús es la víctima del sacrificio mediante el
cual se remedia el mal que azota y causa tanto sufrimiento en el mundo (Lev
9,3; Nm 15,5). ¿Qué significa esto? El sacrificio religioso es la
representación simbólica de un hecho que nos tiene que hacer pensar. Se trata
de un hecho tremendo: la
vida vive a costa de otra vida (W. Burkert). La vida animal se mantiene a base de matar otras vidas.
Y, en general, lo más débil busca la ayuda de lo más fuerte, y lo más fuerte
oprime a lo más débil. Los sacrificios presentan de modo simbólico estas formas
de resolver la vida (G. Theissen). El mantenimiento de la vida genera
violencia.
2. Esto supuesto, lo más asombroso está en
cómo Jesús trazó el camino de solución que convierte la violencia en felicidad.
Lo que Jesús nos enseñó, con su vida y su muerte, es que la violencia se
convierte en felicidad cuando, en lugar de matar otras vidas, uno hace de su
propia vida una víctima que se deja matar. Así, Jesús suprimió, de una vez por
todas, los sacrificios. En lugar de sacrificar otras vidas, se sacrifica la
propia vida. Es lo que se ha llamado la "auto-estigmatización".
Jesús murió como un delincuente ejecutado, humillado, despreciado. Y así nos
trazó el camino que hace posible "otro mundo". El mundo en el que
dejamos de odiarnos y robarnos. Y así construimos un mundo en el que nos queremos
y nos ayudamos.
Así es Jesús el "cordero de Dios que
quita el pecado del mundo". El "pecado" no es la acción
"mala", sino la acción "violenta". Jesús no es la víctima
religiosa que, como el cordero (en los sacrificios del Templo), con su sangre
aplaca a Dios. El Dios de Jesús no necesita sangre para aplacarse. Jesús fue
asesinado (no "sacrificado") porque se enfrentó a la religión que
predica el dolor y la muerte como medio para estar cerca de Dios. La religión
de Jesús no tiene su centro en el "sufrimiento", sino en la
"felicidad".
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