Jn 20,2-8
El primer día de la semana, María
Magdalena echó a correr y fue donde estaba Simón Pedro y el otro discípulo, a
quien tanto quería Jesús, y ¡es dijo: "Se han llevado del sepulcro al
Señor y no sabemos dónde lo han puesto". Salieron Pedro y el otro
discípulo camino del sepulcro. Los dos corrían juntos, pero el otro discípulo
corría más que Pedro, se adelantó y llegó primero al sepulcro y, asomándose,
vio las vendas en el suelo, pero no entró. Llegó también Simón Pedro detrás de
él y entró en el sepulcro: vio las vendas en el suelo y el sudario con que le
habían cubierto la cabeza, no por el suelo con las vendas, sino enrollado en
un sitio aparte. Entonces entró también el otro discípulo, el que llegó primero
al sepulcro; vio y creyó.
1. El autor del cuarto evangelio no es el
apóstol Juan, el hijo de Zebedeo. Durante mucho tiempo se ha pensado que el
autor fue "el discípulo amado" (Jn 21,24). Pero esto debe ser
matizado. El 4º evangelio no es obra de un autor ocular. Fue escrito por un
cristiano de la segunda o tercera generación. Un cristiano que redactó su
escrito en nombre del "discípulo amado". Y que se esforzó por
exponer en la forma de un evangelio la interpretación de la fe cristiana tal
como había sido esbozada por el "discípulo amado" Esto debió ocurrir
así porque hay argumentos seguros que nos dan a entender que este evangelio
fue redactado al final de los años 90, cuando ya no era probable que siguiera
en esta vida un hombre que había convivido con Jesús (cf. J. Zumstein, H.
Thyen).
2. El evangelio de Juan presenta tres
características de gran interés:
1) La actividad pública de Jesús no duró un
año (como parece deducirse de los sinópticos), sino tres, ya que menciona tres
fiestas de Pascua (Jn 2.13; 6,4; 11, 55).
2) El centro del ministerio de Jesús
no es Galilea, sino Jerusalén.
3) Juan narra menos acontecimientos de la vida
de Jesús y los pone en un orden diferente, por ejemplo la expulsión de los
comerciantes del Templo no ocurrió, según Juan, en vísperas de la pasión, sino
al comienzo de la vida pública. Estos cambios no son correcciones históricas,
sino interpretaciones teológicas con las que el autor de este evangelio
destaca lo que él consideró que es lo más importante que nos reveló Jesús.
3. Lo más importante, que nos enseña este
evangelio, es que Dios se nos da a conocer en el hombre que fue Jesús (Jn 1,18;
14,8-10). Lo que hizo este hombre fueron "hechos simbólicos"
("semeia") (Jn20,30), que nos revelan lo que Dios es y lo que Dios
quiere. Pero es capital saber que el Dios que nos reveló Jesús, no es el Dios
del Templo, de la Ley y de los sacrificios sagrados. Es el Dios que se enfrenta
a la codicia y el orgullo de los dirigentes religiosos, lo que llevó a Jesús
al final trágico de su muerte violenta, de forma que todo el relato está
orientado para terminar en la cruz (T. Knóp-pler, U. Schnelle, J. Zummstein).
La resurrección es la esperanza abierta que nos queda para una vida sin límites
(Jn 20-21).
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