Miércoles octava de navidad

Jn, 1-18
En el principio ya existia la Palabra, y la Palabra estaba junto a Dios, y la Palabra era Dios. La Palabra en el principio esta­ba junto a Dios. Por medio de la Palabra se hizo todo, y sin Ella no se hizo nada de lo que se ha hecho. En la Palabra había vida, y la vida era la luz de ¡os hombres. La luz brilla en la tiniebla, y la tiniebla no la recibe. Surgió un hombre enviado por Dios, que se llamaba Juan: este venia como testigo, para dar testimonio de la luz, para que por él todos vinieran a la fe. No era él la luz, sino testigo de la luz. La Palabra era la luz verdadera, que alumbra a todo hombre. Al mundo vino, y en el mun­do estaba; el mundo se hizo por medio de ella, y el mundo no ¡a conoció. Vino a su casa, y ¡os suyos no la recibieron. Pero a cuantos la recibieron les dio poder para hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre; los cuales no han nacido de san­gre, ni de deseo carnal, de deseo de hombre, sino de Dios. La Palabra se hizo carne, y acampó entre nosotros, y hemos visto su gloria, gloria que recibe del Padre como Hijo único, lleno de gracia y de verdad. Juan da testimonio de Él y grita diciendo: "Este es de quien dije: el que viene detrás de mí pasa delante de mí, porque existía antes que yo". Pues de su plenitud todos hemos recibido gracia tras gracia, porque la Ley se dio por medio de Moisés, la gracia y la verdad vinieron por medio de Je­sucristo. A Dios nadie lo ha visto jamás: el Hijo único, que está en el seno del Padre, es quien lo ha dado a conocer.
1. Por más cierta que pueda ser la teoría científica del Big Bang (sobre el origen del Universo), el evangelio de Juan di­ce que todo lo que existe tiene su origen en Cristo. Y todo tiene, desde su primer origen, como finalidad a Cristo (Col 1, 16-17). La teología no es una teoría científica, sino un mensaje religioso. No es bueno que la religión se entrometa a ex­plicar problemas que pertenecen a la ciencia. En tal caso puede ocurrir lo que pasó con Galileo. Y luego, la religión tie­ne que pedir perdón a la ciencia. Pero también puede pasar lo contrario, que la ciencia se ponga a explicar problemas religiosos, como es el caso de los científicos que. con argumentos de física o astronomía, niegan la existencia de Dios. Los distintos saberes tienen que respetarse mutuamente y no entrometerse en el terreno de los demás.
2. Todo lo que es verdaderamente natural y humano nos lleva a Dios y nos acerca a Dios. El trabajo, el descanso, los que­haceres y relaciones de los humanos, los gozos y disfrutes de la vida, todo lo que es verdaderamente humano, es por eso mismo divino. Así es en nosotros la presencia de lo sobrenatural (H. De Lubac, K. Rahner...). aunque el sujeto huma­no tenga otras creencias o no tenga creencias religiosas.

3. Las leyes religiosas fueron dadas por Moisés y por otros muchos fundadores de religiones. Las religiones son buenas y convenientes en la medida en que nos ayudan a ser más humanos, mejores ciudadanos, más responsables en todo y con todos. Eso, en definitiva, es la"gracia"y la"verdad"que nos da Jesús, el Dios humanado.

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