Mt
21, 28-32
En aquel tiempo, dijo Jesús a los sumos
sacerdotes y a los senadores del pueblo: "¿Qué os parece? Un hombre tenía
dos hijos. Se acercó al primero y le dijo: "Hijo, ve hoy a trabajar en la
viña". Él le contestó: "No quiero". Pero después se arrepintió y
fue. Se acercó al segundo y le dijo lo mismo. Él le contestó: "Voy,
Señor". Pero no fue. ¿Quién de los dos hizo lo que quería el padre?"
Contestaron: "El primero". Jesús les dijo: "Os aseguro que los
publícanos y las prostitutas os llevan la delantera en el camino del Reino de
Dios. Porque vino Juan a vosotros enseñándoos el camino de la justicia y no le
creísteis, en cambio, los publícanos y prostitutas le creyeron. Y, aún después
de ver esto, vosotros no recapacitasteis ni le creísteis".
1. No pocos intelectuales y pensadores
vienen insistiendo, desde el s, XVIII (la Ilustración), que lo primero en la
vida es la verdad, el pensamiento, la razón. Y después de eso se coloca la
ética, la praxis, la buena conducta. La parábola de los dos hijos indica que la
rectitud de la fe no consiste, ante todo y primordialmente, en lo que "se
piensa" o en lo que "se dice" sino en lo que "se
hace". El criterio de Jesús es que lo primero en la vida no es lo que uno
piensa, sino lo que uno hace. O sea, la ética es más importante que la
filosofía y más decisiva que la ortodoxia. ¿De qué nos sirve la ortodoxia, si
somos unos sinvergüenzas? Por tanto, tiene fe en Jesucristo el que hace lo que
hizo Jesús, en cuanto eso es posible a la limitada condición humana. No es creyente
el que afirma que el "Credo"es verdad, sino el que vive de acuerdo
con lo que hizo y dijo Jesús.
2. Jesús anduvo con malas compañías. Porque
convivió con la gente de peor fama en aquel tiempo. No hizo eso por
desvergüenza, sino porque estaba convencido de que los últimos son los
primeros. Los últimos de entonces eran los publícanos y las prostitutas. Los
últimos de ahora son los inmigrantes, los excluidos, los pecadores... La
Iglesia tiene que estar siempre cerca y a favor de los últimos. Solo desde
ellos se puede creer en el Evangelio y enseñarlo a los demás.
3. La Iglesia necesita una reforma a fondo.
En este evangelio se ve la transformación radical que pide el Evangelio. Ahora
ocurre algo que se parece a lo que pasaba en tiempo de Jesús. Los sumos
sacerdotes de entonces no tenían fe. Muchos de los de ahora dan la impresión
de que creen más en su poder, su dignidad y sus privilegios que en el
Evangelio, que sitúa a los pecadores y prostitutas por delante del clero. ¿Qué
nos dice esto a cada uno? ¿Quiénes son los primeros para mí en este mundo: los
"importantes" o los "despreciados"?
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